La historia del hospital de Roquetas de Mar daría para escribir un libro y eso que aún no se ha puesto una sola piedra.
La aplicación de las medidas de cierre o apertura de municipios y de la actividad no esencial que ha acordado el Gobierno de Andalucía ante los contagios de la tercera ola de la pandemia se ha convertido en una lotería.
Comercios, hostelería, empresas turísticas, culturales, feriantes, todos los sectores afectados por las restricciones acordadas por el Gobierno de Andalucía en este momento de la pandemia vienen pidiendo desde hace tiempo ayudas directas a fondo perdido para que las empresas resistan y sobrevivan a esta crisis.
Entre abucheos, así llegó el presidente del Gobierno andaluz de las derechas al Ayuntamiento de Linares a ver unas obras en el día en que en el Pleno del Parlamento andaluz se debatía sobre la alarmante situación que vive nuestra comunidad autónoma por la pandemia de coronavirus. Su escapada para disfrutar de un día de ocio en medio de un ‘tsunami’ –tal y como califica su consejero de Salud lo que estamos viviendo–, está fuera de lugar y supone una falta de respeto no solo al Parlamento, sino también a todos los andaluces y andaluzas.
Durante meses, el presidente del Gobierno andaluz utilizó la palabra ‘anticipación’ de manera machacona para hacer creer que él mismo y ‘su equipo’ habían obrado el milagro de que la pandemia tuviera en Andalucía una menor incidencia que en el resto del país. El milagro, sin embargo, se produjo más bien porque el confinamiento más duro que hemos tenido hasta ahora nos cogió –bendita suerte– cuando el virus comenzaba a diseminarse por nuestra comunidad autónoma.