Parece que la escasez económica sirve de calmante a los otrora reivindicativos y montaraces cargos públicos del PP. Y si además estrenan cargo, la transformación es total. Algunos han pasado de la negación de la realidad y de la exigencia permanente, que en este último caso se puede respetar desde un papel de alcalde al servicio de tus vecinos, a justificar por qué el gobierno, que ahora ya no es el enemigo, ha metido en el congelador proyectos e inversiones de los que hasta el año pasado parecía depender el futuro.
Sirva lo anterior para poner nombre y apellidos a esta memorable metamorfosis en las exigencias y tomemos como uno de los ejemplos a la delegada del Gobierno en Andalucía, la señora Crespo, alcaldesa que fue de Adra. Esta misma semana decía, literalmente, refiriéndose a sus correligionarios de Moncloa: “lo que espero es que tengan un poco de dinero para darnos algo”. Hablaba de la terminación de la A-7, una autovía en ejecución gracias a los gobiernos del PSOE.
Hace unos pocos meses, y ahí están las hemerotecas, la señora Crespo estaba dispuesta a cogerse del brazo de alcaldes del litoral granadino y plantarse ante la puerta de Fomento para exigir al Gobierno del PSOE la continuación de las obras. Incluso iban a pedir cita para que se le diera explicaciones. Hoy “espera que el gobierno de Rajoy nos dé algo”. Quisiera saber dónde ha quedado aquella “Plataforma por las Infraestructuras de la Costa” que creó el PP para agilizar las inversiones del Estado en Andalucía y aquella amenaza de pedir cita.
El 20 de junio pasado, Carmen Crespo estaba feliz: el Parlamento de Andalucía aprobó, con el total respaldo del PSOE, iniciar los trámites para la creación de un juzgado de Primera Instancia en su pueblo. Ahora le toca al Gobierno aprobarlo. Decía entonces Crespo que era vital que el Gobierno de España entendiera la importancia para crear este órgano judicial porque “es un asunto importante del que entendíamos que todos los grupos debíamos ir de la mano”.
Aún no la hemos oído decir nada a su jefe Rajoy para saber si lo va a tramitar o va a caer, como tantas otras cosas, víctima de un tijeretazo.
Es de suponer que la nueva delegada de Rajoy se haya contagiado del espíritu recortador de su jefe y haya dejado las exigencias para otra ocasión, a pesar de que ella misma, como yo también, considera la autovía herramienta esencial para el tejido empresarial del municipio y de la comarca del Poniente almeriense.
En agosto pasado, la Junta de Andalucía puso en servicio un nuevo tramo de la autovía del Almanzora, 5,6 kilómetros entre el Polígono de Arboleas y El Cucador. Pues bien, para la delegada de Rajoy eso forma parte de una estrategia del Gobierno Andaluz para no cumplir con sus compromisos.
Otro ejemplo de lo que decía al principio tiene como protagonista al diputado Rafael Hernando, ahora portavoz adjunto de Rajoy en el Congreso. Este señor aparecía cada viernes por Almería con su habitual discurso basado en el “qué mal todo” y se volvía raudo a Madrid. Ahora viene para explicar por qué es necesario reducir la marcha inversora y que hay que tener en cuenta las prioridades.
Sin ánimo de ser agorero, me pregunto que sería del soterramiento si de Arenas dependiera. El presidente Griñán no se ha movido ni un ápice en su compromiso con Almería en esta materia, como en lo que se refiere al corredor Mediterráneo. Por el contrario, el aspirante Arenas ya está hablando de lo que hará él y de momento sólo tenemos noticias de lo que va a eliminar, no de lo que puede aportar.
Una cosa es predicar y otra dar trigo, como dice el sabio refranero español.
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