El recorte del siglo, el recorte más duro de la democracia... así rezaban algunos titulares de prensa que podíamos leer el jueves tras los anuncios de Rajoy en el Congreso. España vivió un miércoles negro que forma parte del calendario del gobierno de la derecha jalonado de negras jornadas que poco a poco arrebatan el dinero de los bolsillos de los trabajadores, de los desempleados, de los colectivos sociales más necesitados de apoyo. Y peor aun, que arrebata también su esperanza de una vida más digna y la confianza en un futuro mejor.
El gobierno del PP está resultando ser como una de esas largas tracas valencianas que explotan en cadena y nunca sabes cuando va a estallar el último petardo. Los recortes anunciados son los más mayores que hemos padecido en la España democrática. Son también una muestra del maltrato psicológico y material con el que el PP responde a la confianza que muchos almerienses le dieron en las elecciones generales.
El coro de diputados aplaudidores del PP no mostró pudor alguno mientras aplaudían cada medida que iba anunciando el presidente del Gobierno. No se les cayó la cara de vergüenza entonces ni en los días posteriores. Todos a una se han dedicado a tratar de convencer a los ciudadanos que esto es como el aceite de ricino, que sabe mal pero al final te cura. Lo que ha habido aquí y ahora es una decisión injusta e insolidaria, impresentable desde cualquier punto de vista que se mire.
Cada vez que habla, cada vez que anuncia algo, Rajoy nos hace un poco más pobres. Lamento decirlo así pero los datos lo indican. Y a eso se añade el agravante del desprecio a la integridad vital de los españoles. Mientras aquellos que menos culpa tienen, si es que tienen alguna, de esta tremenda recesión pagan los platos rotos, Rajoy y lo que representa se niega a exigir más a quienes más tienen y más pueden aportar.
El IVA es una herramienta fiscal del Estado para financiarse pero pierde su sentido cuando se sube más allá de lo razonable. Mucho se duda de que genere más ingresos pasar del 18% al 21% cuando lo que va a ocurrir es que bajará el consumo por la inevitable subida del coste de determinados productos y servicios. Subir el IVA, que hasta hace poco era el sablazo que el mal gobernante da a sus compatriotas, como dijo Rajoy en 2010, no va a crear riqueza ni empleo.
La reducción de las prestaciones a los desempleados les empobrecerá aún más. Cuando escuché que reducir el desempleo es para que los parados se sientan más motivados para buscar un trabajo, sentí que Rajoy se estaba riendo de los 80.000 parados de nuestra provincia y de los cinco millones de personas que no saben ya qué hacer para ganarse la vida honradamente.
Hay que eliminar la paga extraordinaria de Navidad pero no se puede subir la presión fiscal a quienes más beneficios obtienen. Se rebaja la prestación por desempleo al mismo tiempo que se perdona a los grandes defraudadores fiscales que se han apoderado, por pura y simple avaricia, lo que era de todos los españoles.
La palabra de Rajoy no vale nada. Lo comprueban y sufren cada día aquellos que le dieron su voto confiando en un programa electoral que ha demostrado ser una gran mentira.
Andalucía no va a permanecer callada como no lo ha estado nunca ante los abusos de la derecha que históricamente ha padecido. Vamos a estudiar las nuevas medidas de Rajoy con todo detalle para que sus funestos efectos no lo sean tanto. Deberemos esperar, no obstante, a que estos nuevos recortes estén en el Boletín Oficial del Estado para conocer su alcance con exactitud. Estoy seguro de que el Gobierno Andaluz adoptará las medidas necesarias para proteger a los andaluces y defender nuestro Estatuto de Autonomía.
El gobierno del PP está resultando ser como una de esas largas tracas valencianas que explotan en cadena y nunca sabes cuando va a estallar el último petardo. Los recortes anunciados son los más mayores que hemos padecido en la España democrática. Son también una muestra del maltrato psicológico y material con el que el PP responde a la confianza que muchos almerienses le dieron en las elecciones generales.
El coro de diputados aplaudidores del PP no mostró pudor alguno mientras aplaudían cada medida que iba anunciando el presidente del Gobierno. No se les cayó la cara de vergüenza entonces ni en los días posteriores. Todos a una se han dedicado a tratar de convencer a los ciudadanos que esto es como el aceite de ricino, que sabe mal pero al final te cura. Lo que ha habido aquí y ahora es una decisión injusta e insolidaria, impresentable desde cualquier punto de vista que se mire.
Cada vez que habla, cada vez que anuncia algo, Rajoy nos hace un poco más pobres. Lamento decirlo así pero los datos lo indican. Y a eso se añade el agravante del desprecio a la integridad vital de los españoles. Mientras aquellos que menos culpa tienen, si es que tienen alguna, de esta tremenda recesión pagan los platos rotos, Rajoy y lo que representa se niega a exigir más a quienes más tienen y más pueden aportar.
El IVA es una herramienta fiscal del Estado para financiarse pero pierde su sentido cuando se sube más allá de lo razonable. Mucho se duda de que genere más ingresos pasar del 18% al 21% cuando lo que va a ocurrir es que bajará el consumo por la inevitable subida del coste de determinados productos y servicios. Subir el IVA, que hasta hace poco era el sablazo que el mal gobernante da a sus compatriotas, como dijo Rajoy en 2010, no va a crear riqueza ni empleo.
La reducción de las prestaciones a los desempleados les empobrecerá aún más. Cuando escuché que reducir el desempleo es para que los parados se sientan más motivados para buscar un trabajo, sentí que Rajoy se estaba riendo de los 80.000 parados de nuestra provincia y de los cinco millones de personas que no saben ya qué hacer para ganarse la vida honradamente.
Hay que eliminar la paga extraordinaria de Navidad pero no se puede subir la presión fiscal a quienes más beneficios obtienen. Se rebaja la prestación por desempleo al mismo tiempo que se perdona a los grandes defraudadores fiscales que se han apoderado, por pura y simple avaricia, lo que era de todos los españoles.
La palabra de Rajoy no vale nada. Lo comprueban y sufren cada día aquellos que le dieron su voto confiando en un programa electoral que ha demostrado ser una gran mentira.
Andalucía no va a permanecer callada como no lo ha estado nunca ante los abusos de la derecha que históricamente ha padecido. Vamos a estudiar las nuevas medidas de Rajoy con todo detalle para que sus funestos efectos no lo sean tanto. Deberemos esperar, no obstante, a que estos nuevos recortes estén en el Boletín Oficial del Estado para conocer su alcance con exactitud. Estoy seguro de que el Gobierno Andaluz adoptará las medidas necesarias para proteger a los andaluces y defender nuestro Estatuto de Autonomía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario