Se nos fue el mes de enero y entró febrero con un fuerte anticiclón que nos deja las mañanas heladas y las tardes tibias. Mañanas de titulares que enfrían el país y medios días de declaraciones calientes que no se aguantan ni diez minutos en el papel. Así hemos ido engullendo estos días las informaciones sobre el caso Bárcenas y los supuestos sobresueldos en el Partido Popular: Entre el frío de las noticias y el insoportable sopor de las declaraciones de los populares exculpándose de todo.
Negar la mayor ante las informaciones que han ido apareciendo, a pesar de que quién está en el ojo del huracán haya estado haciendo y deshaciendo en el Partido Popular durante décadas, sólo sirve de consuelo a los más acérrimos a la causa; al resto, a la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas de este país les causa un tremendo estupor, indignación y vergüenza. Todo esto sucede, además, en un país agobiado hasta la extenuación y ante la imagen noqueada de Mariano Rajoy, del presidente del Gobierno y líder del Partido Popular que anda en estos días persiguiendo su sombra sin encontrarla.
La legislatura que Rajoy comenzó con mayoría absoluta, con un programa electoral desmontado ladrillo a ladrillo por sus propias decisiones y contradicciones, será recordada en los libros de historia como la de los años más convulsos en lo económico y en lo social. Sin embargo, ocupará un gran apartado relevante el espacio que se destinará a contar las vicisitudes de un ex tesorero; de un todo poderoso dirigente del Partido Popular venido a menos, que viéndose acorralado tiró de la manta y dejó al descubierto millones en Suiza y una razonable duda sobre el proceder de su partido.
Cuando los populares hablaban de la herencia recibida quizás, realmente, se referían a todo lo que se ha publicado en los últimos días. El testamento que aparece en las cuentas, las anotaciones de ingresos y pagos, deberá de investigarlo la justicia. La última voluntad, sin embargo, la tendrá la respuesta de la ciudadanía, que no entenderá otra cosa que no sea la de apartar de la vida pública a todas las personas que han obrado de forma deshonesta y que se pongan todas y cada una de las presuntas irregularidades en manos de los jueces. Eso es lo que todos esperamos del Partido Popular. Que en lugar de esconderse y taparse en estas mañanas tan frías, actúe con responsabilidad ante este gravísimo asunto. Todo lo demás es, como dice la canción de Sabina: Mucho, mucho ruido, ruido de ventanas, nidos de manzanas que se acaban por pudrir. Mucho, mucho ruido, tanto, tanto ruido…
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