Que el ministro de Agricultura elegido por el PP es una persona, digamos, cuanto menos peculiar es sabido por todos. Más que saltar a la palestra, como debería, por sus acciones a favor del sector agrícola a nivel nacional y provincial, lo hace constantemente por sus declaraciones sobre comportamientos personales, a veces, sorprendentes. Pero esta vez Miguel Arias Cañete, el madrileño-gaditano que ha desarrollado su carrera profesional ligado a la industria petrolífera y a los intereses de los automovilistas entre otros, ha ido demasiado lejos. Y es que ha impuesto sus preferencias al campo almeriense, al que esta semana ha dado una ducha de agua fría –como las que se jacta de disfrutar él mismo- y después, de paso, le ha ofrecido compartir un yogurt caducado para rematar la faena.
Un año y medio después de que el PP llegara al Gobierno de la Nación y de que Arias Cañete tomara posesión de su cargo, se ha dignado a venir hasta Almería a pasearse y para nada más. Ni tan siquiera ha ostentado de buena educación, esa de élite defendida por sus compañeros de filas, para recibir como corresponde a las organizaciones agrarias de la provincia y sentarse a analizar con ellas la situación por la que atraviesa nuestro campo.
Así las cosas, los representantes agrarios solamente tuvieron la oportunidad de saludar a Cañete gracias a que una gran cooperativa en la que se iba a recibir al ministro les trasladó personalmente una invitación para acudir al acto. Era, como después confirmó la comparecencia pública del representante del PP, un claro intento de esquivarlos para no tener que decirles a la cara lo que sí defendió con la boca pequeña ante los medios: Que de las justas reivindicaciones del sector, nada de nada.
La agenda estaba completa de temas que abordar aunque muchos, sobre todo los referentes a agua, fueron descartados por el ministro. Dejando también a un lado la seguridad en el campo, que el PP pretende quitar del foco de atención con un parcheo temporal de refuerzo de agentes que prefieren definir eufemísticamente como ‘plan piloto’ para venderlo mejor, el principal asunto a tratar era la rebaja fiscal al sector para 2012.
Y el PP sentenció: No se atenderá y punto. Lejos de un argumento constructivo, Cañete se enrocó en lo que ya han manifestado diputados nacionales populares por Almería como Rafael Hernando, que no es otra cosa que los buenos resultados de la actual campaña. Es lo que tiene la derecha, que piensa que su intelecto supera al del común de la población aunque sea evidente que ahora estamos hablando de reflexionar sobre campañas pasadas en las que primó la inestabilidad de precios y pérdidas para poder hacer la Declaración de la Renta de 2012 y que nada tiene que ver que les vaya mejor o peor a los agricultores en este año en curso.
No, no y no. Y una negativa cargada de desprecio, encima, al rechazar el riguroso trabajo de la Junta de Andalucía para acreditar ante el Ministerio –con los datos pertinentes- las pérdidas sufridas por las producciones almerienses durante la última campaña, simple y llanamente por no interesarle leer un documento que haría que los agricultores se ahorrarán pagar más de 50 millones de euros al Estado y que podrían volver a reinvertir para mantener la creación de riqueza y de empleo en Almería.
Lamentablemente, no fue el único jarro de agua fría que echó sobre la cabeza de los agricultores. El PP decidió también sembrar más dudas e indignación hablando de la futura Política Agraria Común sin tener en cuenta al sector de las frutas y hortalizas como estratégico a la hora de recibir ayudas directas. Y por si fuera poco, soltó la perla de que la producción en Marruecos no afecta a los intereses almerienses, anteponiendo la diplomacia a la defensa de nuestras tierras.
¿Qué decía mientras tanto el autoproclamado adalid de la agricultura del PP almeriense, el agricultor Gabriel Amat? Pues nada, que en boca cerrada no entran moscas y que mejor callar para no enfadar a los jefes madrileños que explicarle, para arrancarle el compromiso, que él mismo como presidente de la Diputación y del PP almeriense había votado a favor de una rebaja fiscal para el campo pocos días antes.
Esa incapacidad manifiesta, esa falta de peso político de los populares almerienses no se queda solamente acotada a Amat. Pueden extenderla a la delegada del Gobierno en Andalucía, la abderitana Carmen Crespo, y al subdelegado del Gobierno en Almería, Andrés García Lorca, con quien las organizaciones trataron hasta el último momento que el ministro los atendiera en una reunión. Imaginen ustedes el buen gobierno que pueden ofrecer quienes no son ni capaces de concertar una reunión si es que realmente se molestaron en hacerlo y no les mintieron claramente para, al menos, quedar personalmente bien ante sus paisanos. Que se acercan las elecciones europeas y, ya se sabe, que el PP tiene que recoger los votos que pueda y después olvidarse por una buena temporada de Almería.
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