La Unión Deportiva Almería se juega esta tarde el ascenso directo a primera división y si no lo consiguiera aún tendría una nueva oportunidad en la liguilla de ascenso. Es decir, partimos de una posición inmejorable a través de distintas opciones para lograr el objetivo que ansiamos todos los almerienses y todos los aficionados al fútbol. Y ahí estaremos los que no vamos a poder acompañar a nuestro equipo en el Madrigal, para unir nuestra voz a la de los dos mil trescientos abonados rojiblancos que se desplazan hasta Castellón con el propósito de volver con la recompensa del ascenso.
A partir de las siete de la tarde todos los almerienses, los que han viajado y los que lo verán a través de la televisión o lo seguirán por la radio, estamos llamados a enfundarnos la camiseta roja y blanca para hacer llegar nuestro aliento y todo nuestro apoyo a un equipo que ya es campeón, que ha estado durante toda la liga entusiasmando a grandes y pequeños con magníficos partidos y con jugadores que no tienen que envidiarle nada a otros muchos que este año hemos visto en primera división.
Nuestro equipo, modestísimo si lo comparamos con el presupuesto que maneja el Villareal, tiene ante sí un reto importantísimo para subir la autoestima de una ciudad con sus familias angustiadas, abrasadas por los elevadísimos impuestos que pagan los ciudadanos sin recibir a cambio los servicios que por derecho les corresponden. El alcalde, Luis Rogelio Rodríguez, animoso donde los haya para la farándula y la foto, lleva descuidando sus deberes demasiado tiempo, abocando a la ruina a miles de almerienses con impuestos desorbitados, como los de la Contribución que han encontrado en sus buzones todos los vecinos y vecinas de la capital en las últimas semanas. Este descomunal sablazo con el agravante del adelanto del pago del IBI sin previa notificación, provocará que paguemos dos veces este impuesto en menos de un año, si tenemos en cuenta el plazo que se fijó en 2012. También resulta enormemente preocupante la deuda financiera que mantiene el Ayuntamiento con las entidades bancarias y que ronda los 100 millones de euros, tal y como ha denunciado el Grupo Municipal Socialista.
Durante unas horas, sin embargo, vamos a intentar olvidarnos un poco de todo esto - tiempo habrá para que le sigamos exigiendo al alcalde de Almería sensibilidad hacia unos ciudadanos a los que aprieta y aprieta hasta la extenuación – y nos vamos a centrar en esta revalida de fin de curso a la que se presenta nuestro equipo esta tarde. Toda Almería se tiene que convertir en un clamor para aupar a los nuestros a lo más alto. El “Sí se puede” que hemos escuchado en las últimas jornadas en el estadio de los Juegos Mediterráneos tiene que convertirse en la confirmación de nuestro ascenso a la primera división.
La máxima categoría del fútbol profesional, además de insuflarnos una gran dosis de alegría y entusiasmo en unos tiempos tan complicados, es también una gran oportunidad para “vender” la marca Almería fuera de nuestras fronteras y reactivar algunos sectores de nuestra economía. El fútbol hoy en día, por su repercusión mediática, se presenta como una de las mejores herramientas de marketing con las que puede contar una ciudad y una provincia como la nuestra, que ha demostrado fehacientemente que no se achanta ante el presente y que mira al futuro con una enorme ilusión.
En cualquier caso, mi más sincera enhorabuena, ocurra lo que ocurra hoy, a toda la plantilla rojiblanca, a su cuerpo técnico y a la directiva. Todos somos conscientes de que en el fútbol no existen las matemáticas ni que siempre gana el que mejor juega, pero lo que es incuestionable a estas alturas es que el Almería ha sabido unir a su afición y a toda una provincia en este último tramo de la liga para rememorar aquello que ya conseguimos en 1979 o en 2007, aquellos dos años en los que alcanzamos la primera división. Esta tarde, como otros tantos de miles de almerienses, gritaré, junto a mis amigos, “Sí se puede”, con el convencimiento de que solo desde el esfuerzo y la ilusión común podemos alcanzar todas las metas que nos propongamos.
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