Este fin de semana se cumple un año desde que el Partido Popular de Almería anunciara la adjudicación del tramo de AVE entre Pulpí y Cuevas del Almanzora por un importe de 40 millones de euros. Estas obras para la construcción de la plataforma del Corredor Mediterráneo de Alta Velocidad, con una longitud de doce kilómetros y medio, contaban con un plazo de ejecución de 24 meses y, según aseguraron los dirigentes ‘populares’, comenzarían antes de que finalizara 2015. Sin embargo, un año después del anuncio de lo que pretendía ser el reinicio de las obras del AVE en nuestra provincia, seguimos exactamente en el mismo lugar. Ni se ha cumplido ese vaticinio ni tampoco sabemos nada aún del proyecto entre Cuevas del Almanzora y Vera que, también según el PP, se estaba “redactando”.
En lo que llevamos de año, el Partido Popular ha pretendido contrarrestar esa realidad con excusas de todo tipo, intentando pasarle ‘el marrón’ a las pobres tortugas de la zona y a todo lo que ha podido, para no reconocer lo que es evidente desde hace mucho tiempo: lo poco o nada que le importa esta provincia y lo que piensen los almerienses. No se puede entender de otro modo si tenemos en cuenta que, cuatro años y siete meses después de que Rajoy llegara a La Moncloa, tras las elecciones de 2011, la fotografía del ferrocarril en Almería siga mostrando tonos sepia.
El color de esa instantánea pasa, no obstante, al blanco y negro si miramos lo que está ocurriendo con el ferrocarril convencional y la línea que nos une con Sevilla. Desde el pasado año estamos sufriendo en primera persona –junto a nuestros vecinos de la capital de la Alhambra– el corte al tráfico de la línea de tren entre Antequera y Granada para adaptarla a la Alta Velocidad, lo que nos obliga desde entonces a realizar dos transbordos – autobús entremedias incluido– para llegar a nuestro destino seis horas después. Lo que en principio solo iba a durar seis meses ya va por 15, debido al injustificable retraso de las obras y, lo que es peor, sin que el Ministerio de Fomento diga cuándo se pondrá fin a este suplicio.
Al respecto de la ya ex ministra de Fomento, Ana Pastor, que ha estrenado nuevo cargo como presidenta del Congreso de los Diputados, hemos escuchado en las últimas semanas buenas palabras –de la bancada de la derecha, se entiende– sobre su talente dialogador y su responsabilidad. No lo discuto, no la conozco para hacer ese juicio, lo que sí parece evidente es que en otros campos, como en el de la ejecución de los presupuestos, ha sido la peor compañera de viaje para nuestra provincia. No dirán lo mismo, efectivamente, en Galicia, adonde se fueron la mayor parte de las inversiones de la Alta Velocidad.
La señora Pastor ha accedido a su nuevo cargo dejando una deuda en Almería de 417 millones de euros, correspondientes a las partidas consignadas en los Presupuestos Generales del Estado de estos en estos últimos años, y quien la sustituya deberá tener eso en cuenta. Deberá entender que esta situación, junto a las deficientes y caras comunicaciones aéreas, impide que la provincia pueda competir en igualdad de condiciones con otros territorios a los que ya ha llegado la Alta Velocidad o lo hará próximamente. También deberá asumir que la repercusión económica de esas decisiones es incalculable para la provincia y especialmente para nuestros sectores productivos más potentes, como la agricultura o el turismo. Y, sobre todo, deberá poner el reloj de Almería en hora cuanto antes, recuperando todo el tiempo atrasado.
En lo que llevamos de año, el Partido Popular ha pretendido contrarrestar esa realidad con excusas de todo tipo, intentando pasarle ‘el marrón’ a las pobres tortugas de la zona y a todo lo que ha podido, para no reconocer lo que es evidente desde hace mucho tiempo: lo poco o nada que le importa esta provincia y lo que piensen los almerienses. No se puede entender de otro modo si tenemos en cuenta que, cuatro años y siete meses después de que Rajoy llegara a La Moncloa, tras las elecciones de 2011, la fotografía del ferrocarril en Almería siga mostrando tonos sepia.
El color de esa instantánea pasa, no obstante, al blanco y negro si miramos lo que está ocurriendo con el ferrocarril convencional y la línea que nos une con Sevilla. Desde el pasado año estamos sufriendo en primera persona –junto a nuestros vecinos de la capital de la Alhambra– el corte al tráfico de la línea de tren entre Antequera y Granada para adaptarla a la Alta Velocidad, lo que nos obliga desde entonces a realizar dos transbordos – autobús entremedias incluido– para llegar a nuestro destino seis horas después. Lo que en principio solo iba a durar seis meses ya va por 15, debido al injustificable retraso de las obras y, lo que es peor, sin que el Ministerio de Fomento diga cuándo se pondrá fin a este suplicio.
Al respecto de la ya ex ministra de Fomento, Ana Pastor, que ha estrenado nuevo cargo como presidenta del Congreso de los Diputados, hemos escuchado en las últimas semanas buenas palabras –de la bancada de la derecha, se entiende– sobre su talente dialogador y su responsabilidad. No lo discuto, no la conozco para hacer ese juicio, lo que sí parece evidente es que en otros campos, como en el de la ejecución de los presupuestos, ha sido la peor compañera de viaje para nuestra provincia. No dirán lo mismo, efectivamente, en Galicia, adonde se fueron la mayor parte de las inversiones de la Alta Velocidad.
La señora Pastor ha accedido a su nuevo cargo dejando una deuda en Almería de 417 millones de euros, correspondientes a las partidas consignadas en los Presupuestos Generales del Estado de estos en estos últimos años, y quien la sustituya deberá tener eso en cuenta. Deberá entender que esta situación, junto a las deficientes y caras comunicaciones aéreas, impide que la provincia pueda competir en igualdad de condiciones con otros territorios a los que ya ha llegado la Alta Velocidad o lo hará próximamente. También deberá asumir que la repercusión económica de esas decisiones es incalculable para la provincia y especialmente para nuestros sectores productivos más potentes, como la agricultura o el turismo. Y, sobre todo, deberá poner el reloj de Almería en hora cuanto antes, recuperando todo el tiempo atrasado.
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