domingo, 6 de noviembre de 2011

Leamos la letra pequeña




El candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno ofrece en los mítines de campaña la felicidad para todos  los españoles, faltaría más.  ¿Será la misma que llevan años sembrando allí donde gobiernan? Me refiero a las regiones de Murcia, Madrid, Valencia o Galicia, por citar algunas; o a países como Italia, Reino Unido o Portugal, donde, por cierto, tras las elecciones celebradas hace unos meses que le dieron el gobierno al Rajoy portugués, los funcionarios y pensionistas, para ganar la felicidad de los dirigentes de la derecha, comprueban en estos días que se van a quedar sin paga extra. ¿Esa es la felicidad del señor Rajoy?


La transparencia y la responsabilidad aparecen en su llamado programa electoral como las señas de identidad de un futuro gobierno presidido por Mariano Rajoy. Cuando he leído ese compromiso en su página de presentación, tengo que reconocerlo, me he quedado perplejo.  A horas de empezar la campaña, en pleno puente de los Santos, cuando la mayoría de los españoles está pensando en otras cosas, decidió dar a conocer su intento de programa electoral. Si se paran a leerlo, resulta tan genérico que nada concreto dice, como es habitual en él y en ellos. Hagamos un simple ejercicio de memoria política: ¿recuerdan alguna propuesta concreta de Rajoy o de los suyos? En cambio, ¿recuerdan alguna propuesta concreta de Rubalcaba? Pues a eso me refería y ésa es la diferencia. Rajoy es un especialista de lo obvio: el desempleo es malo, el trabajo es bueno. Los emprendedores emprenden, la mujer es el sexo femenino, las personas hablan y aquí hay colillas, luego alguien ha fumado. Eso ni es ejemplo de transparencia ni de responsabilidad.

Pues ese arte para vender obviedades que adorna al Partido Popular ha sido el empleado para hacer su llamado programa electoral, donde nada se dice, ya que piensan que los españoles, ante la angustia que generan tantos años de crisis, de dificultades reales para muchas familias,  no van a preguntar o pedir lo que podríamos llamar la ‘letra pequeña’ del contrato que le ponen a la firma, que conviene no olvidar que es un compromiso para  cuatro años. Vamos, que piensan que van a firmar lo que les pongan por delante.

La letra pequeña todos sabemos que generalmente habla de lo más importante, de aquello que, llegada la hora de la verdad, afecta a los derechos alcanzados por la sociedad española durante las últimas décadas: educación, sanidad, pensiones, protección por desempleo, prestaciones por dependencia, derechos individuales. En suma, un concepto de vida y de estar en el mundo, también una manera de salir de la crisis, con estado del bienestar o sin él, todos juntos o entonando el sálvese quien pueda.

Rajoy y todos los dirigentes del Partido Popular ofrecen en estos días la zanahoria fácil para quien no ha estado gobernando España en estos años tan duros, y además no han hecho nada por ayudar a resolver los graves problemas por los que estamos pasando (lo cual dice mucho de un aspirante a gobernar y de su partido), pero esconden el palo de los recortes que son la letra pequeña de su programa, que mantienen oculta o codificada, pero que emiten en abierto allí donde están gobernando, dentro y fuera de España; porque esta crisis no nos afecta a nosotros solos, afecta a todos los países, como pueden ver y comprobar a diario en la televisión.

Ni ha habido propuestas de Rajoy desde la oposición durante estos últimos cuatro años, ni hay propuestas concretas en las páginas del programa ‘popular’, colgado a escondidas en la web en el puente de los Santos, ni las hará en esta campaña electoral. No obstante, pidan y lean la letra pequeña.

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