El candidato
del Partido Popular a la presidencia del Gobierno ofrece en los mítines de
campaña la felicidad para todos los
españoles, faltaría más. ¿Será la misma
que llevan años sembrando allí donde gobiernan? Me refiero a las regiones de
Murcia, Madrid, Valencia o Galicia, por citar algunas; o a países como Italia,
Reino Unido o Portugal, donde, por cierto, tras las elecciones celebradas hace
unos meses que le dieron el gobierno al Rajoy portugués, los funcionarios y
pensionistas, para ganar la felicidad de los dirigentes de la derecha,
comprueban en estos días que se van a quedar sin paga extra. ¿Esa es la felicidad
del señor Rajoy?
La
transparencia y la responsabilidad aparecen en su llamado programa electoral como
las señas de identidad de un futuro gobierno presidido por Mariano Rajoy.
Cuando he leído ese compromiso en su página de presentación, tengo que
reconocerlo, me he quedado perplejo. A
horas de empezar la campaña, en pleno puente de los Santos, cuando la mayoría
de los españoles está pensando en otras cosas, decidió dar a conocer su intento
de programa electoral. Si se paran a leerlo, resulta tan genérico que nada
concreto dice, como es habitual en él y en ellos. Hagamos un simple ejercicio
de memoria política: ¿recuerdan alguna propuesta concreta de Rajoy o de los
suyos? En cambio, ¿recuerdan alguna propuesta concreta de Rubalcaba? Pues a eso
me refería y ésa es la diferencia. Rajoy es un especialista de lo obvio: el
desempleo es malo, el trabajo es bueno. Los emprendedores emprenden, la mujer
es el sexo femenino, las personas hablan y aquí hay colillas, luego alguien ha
fumado. Eso ni es ejemplo de transparencia ni de responsabilidad.
Pues ese arte
para vender obviedades que adorna al Partido Popular ha sido el empleado para
hacer su llamado programa electoral, donde nada se dice, ya que piensan que los
españoles, ante la angustia que generan tantos años de crisis, de dificultades
reales para muchas familias, no van a
preguntar o pedir lo que podríamos llamar la ‘letra pequeña’ del contrato que
le ponen a la firma, que conviene no olvidar que es un compromiso para cuatro años. Vamos, que piensan que van a
firmar lo que les pongan por delante.
La letra pequeña
todos sabemos que generalmente habla de lo más importante, de aquello que,
llegada la hora de la verdad, afecta a los derechos alcanzados por la sociedad
española durante las últimas décadas: educación, sanidad, pensiones, protección
por desempleo, prestaciones por dependencia, derechos individuales. En suma, un
concepto de vida y de estar en el mundo, también una manera de salir de la
crisis, con estado del bienestar o sin él, todos juntos o entonando el sálvese
quien pueda.
Rajoy y todos
los dirigentes del Partido Popular ofrecen en estos días la zanahoria fácil
para quien no ha estado gobernando España en estos años tan duros, y además no
han hecho nada por ayudar a resolver los graves problemas por los que estamos
pasando (lo cual dice mucho de un aspirante a gobernar y de su partido), pero
esconden el palo de los recortes que son la letra pequeña de su programa, que
mantienen oculta o codificada, pero que emiten en abierto allí donde están
gobernando, dentro y fuera de España; porque esta crisis no nos afecta a
nosotros solos, afecta a todos los países, como pueden ver y comprobar a diario
en la televisión.
Ni ha habido
propuestas de Rajoy desde la oposición durante estos últimos cuatro años, ni
hay propuestas concretas en las páginas del programa ‘popular’, colgado a
escondidas en la web en el puente de los Santos, ni las hará en esta campaña
electoral. No obstante, pidan y lean la letra pequeña.
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