sábado, 11 de enero de 2014

El arma más poderosa de la democracia


Dentro de cinco meses los españoles y el resto de ciudadanos europeos vamos a tener la oportunidad de cambiar el rumbo de las cosas que actualmente suceden y que venimos sufriendo. Entre todos, vamos a decidir en las urnas si cambiamos o continuamos por la senda marcada por Angela Merkel, que nos ha traído destrucción de empleo, pérdida de derechos, empobrecimiento de trabajadores y pensionistas, garantizando, de otro lado, que los grandes ‘lobbies’ manejen los hilos de la política en su beneficio, haciendo saltar por los aires, tal y como ya está ocurriendo en muchas regiones de España, los servicios públicos que garantizan la igualdad de oportunidades. Esto es lo que nos jugamos.

La Europa de Merkel, que es la de la derecha que mayoritariamente gobierna en el Viejo Continente, ha tomado todas sus decisiones al dictado de los intereses del poder económico y ha pasado a conciencia por encima de las personas cuando ha sido necesario para salvar lo suyo o continuar apropiándose de lo que es de todos. Siempre han sido así. La banca, con la complicidad de gobiernos ultraconservadores como el español, ha puesto sobre la mesa todas sus exigencias y, como en un atraco, los ciudadanos han levantado las manos y han sido desvalijados de sus pertenencias para sufragar el coste de esas oscuras operaciones financieras. Así funciona esta Europa de derechas, sin señalar a los verdaderos culpables de esta crisis, sin policía que los persiga ni justicia que los condene. Las desigualdades han aumentado a un ritmo altísimo, reduciendo a raudales la capacidad adquisitiva de los ciudadanos, mientras los de siempre tenían lo suyo intacto y creciendo. Para ello se ha recortado en todo, en materias básicas como la Sanidad o la Educación, hasta dejar en los huesos al sistema, y se ha aplicado la máxima de desprestigiar lo público para dar paso a los grandes capitales privados que, mientras viven el ensueño de la vuelta a un escenario parecido al de la especulación del ladrillo, persiguen hacer negocio a nuestra costa, con el dinero de los presupuestos públicos.

Los españoles hemos sufrido especialmente estas políticas de derechas con el cuento de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¿Pero quién ha vivido realmente así? ¿El que tenía una nómina y una hipoteca y pagaba religiosamente sus recibos o aquellos que han hecho negocio en los tiempos de bonanza y que ahora siguen enriqueciéndose a costa de las desgracias del resto? ¿Por qué se persigue a los más vulnerables y se ampara a los defraudadores y a los grandes especuladores?

Estas son las cuestiones que debe de abordar la nueva Europa, la que salga de las urnas en la próxima primavera. Queremos una Europa de las personas y no una Europa de los mercados. Y debemos de ser conscientes de que lo que decidamos determinará también el camino de lo que suceda en España. La sociedad española ha aprendido mucho en estos dos años de gobierno del Partido Popular y a estas alturas está más que convencida de que con más derecha se tienen menos derechos. Porque esta es la verdadera cuestión que debemos respondernos: si vamos a defender nuestros derechos y nuestra aspiración de vivir en una sociedad justa y social, que fortalezca valores como la igualdad, la libertad o la solidaridad, o vamos a permitir que se siga pisoteando a la gente a nuestro alrededor sin que seamos capaces de ponerle freno a tanta atrocidad.

Las recetas de la derecha, las que ha aplicado España y las impuestas por la mayoría conservadora europea, se han llevado por delante a muchas familias, generando desolación y una enorme frustración en el conjunto de los ciudadanos de este país. Creo que ha llegado el momento de decir basta ya de forma clara y rotunda, de ponerle voz a todos los hombres y mujeres que están dispuestos a frenar esta tremenda deriva que nos arrastra a diario a una realidad muy alejada de la luz al final del túnel que ponen de manifiesto las cifras macroeconómicas que maneja el Gobierno de Rajoy. Revertir esta situación, por lo tanto, es urgente y es posible. Depende exclusivamente de nuestro compromiso, de que seamos conscientes de la trascendencia que para nuestra vida diaria tendrán las elecciones europeas de mayo y del sentido que le demos a nuestro voto, el arma más poderosa de la democracia, con una apuesta por el progreso.

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