En estos días, hemos asistido a dos hechos que considero especialmente ilustrativos de lo que está pasando, de lo que está ocurriendo a los ojos de todo el mundo. Nos enfrentamos a una brutal realidad que nos debe de llevar a reflexionar y a reaccionar para poner remedio cuanto antes a tanto descaro, tanta crueldad y tanta avaricia.
Uno de los hechos a los que me refiero ha ocurrido en España con la acción ciudadana de los vecinos del barrio de Gamonal de Burgos que han ejercido convencidos la fuerza del sentido común. El otro, es la presentación por Oxfam Intermón, una organización no gubernamental de cooperación para el desarrollo, de un informe denominado “Gobernar para las élites” que explica para quién se gobierna en la mayoría de países de Europa, para un pequeño grupo exclusivo, que solo alcanza al 1% de la población, que atesora tanto dinero como el 99% restante. Así lo explica también Joseph E. Stiglitz en su libro el precio de la desigualdad, cuya lectura recomiendo desde esta columna.
Las tremendas presiones de quienes tienen su negocio, la mayoría de las veces, fuera de la economía real, ha impulsado e impuesto a los gobiernos drásticas medidas de protección o garantía de los beneficios de esa economía financiera alejada de la realidad, a la par que impulsaban e imponían a los gobiernos crueles medidas de austeridad para los ciudadanos en Europa. Estas decisiones han golpeado a las clases baja y media, que habían elegido a esos gobiernos, mientras los grandes inversores de esa economía no real se beneficiaban de planes de rescate públicos o de las subidas de la prima de riego.
Oxfam señala, además, que el caso de España es especialmente preocupante por las políticas que se han adoptado, que han castigado de manera especial a las personas más vulnerables. También denuncia que no se haya hecho recaer el esfuerzo económico para encarar la crisis en quienes tienen más recursos, tratando con impunidad a los responsables de la debacle financiera, y tomando medidas que han situado a España como líder Europeo junto a Letonia en desigualdad. El Gobierno de Rajoy, de esta manera, se ha convertido en todo un modelo para la derecha europea, en el mejor alumno de Merkel, y en un mal ejemplo para el conjunto de la ciudadanía, para esa mayoría social contra la que ha actuado meticulosamente y con dedicación, cargándose con una enorme crueldad sus ilusiones y esperanzas.
El Ejecutivo del PP ha sido implacable en la aplicación de una atroz reforma laboral, que ha traído despidos y sueldos bajos, desde las posiciones más radicales de la derecha, como también ha sido despiadado con la sanidad pública, la educación, la justicia, las políticas sociales o las pensiones. Para esto no hay dinero, pero para los otros sí. Además, por acción y omisión, los grandes defraudadores se han ido de rositas, con sus cuentas repletas, mientras se ha frito a impuestos al resto de ciudadanos, que han visto como su poder adquisitivo caía al nivel de hace una década.
Los dirigentes del PP y el Gobierno al que sustentan han mentido tanto y a tantos, de forma tan descarda y burda, que hoy muchas personas no son capaces de reconocer abiertamente que les votaron, por sentirse avergonzadas de haber votado en las pasadas elecciones a la derecha. La desigualdad que ha generado el PP durante este tiempo, además de ser tremenda, supone su mayor fracaso porque, al fin y al cabo, es el fiasco de todo un país, por mucho que Rajoy y sus ministros anden mirándose en el espejo de la macroeconomía un día sí y otro también. Finalmente, como en el cuento de Blancanieves, ese espejo terminará diciéndole la verdad en las urnas al Partido Popular y la sociedad española le podrá poner fin a este macabro cuento que ya dura dos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario