La próxima primavera, los españoles y el resto de ciudadanos europeos, vamos a tener la oportunidad de cambiar el rumbo de las políticas que venimos sufriendo. Entre todos, vamos a decidir en las urnas si cambiamos o continuamos por la senda marcada por Angela Merkel, que nos ha traído destrucción de empleo, pérdida de derechos, empobrecimiento de trabajadores y pensionistas, garantizando, de otro lado, que los grandes ‘lobbies’ manejen los hilos de la política en su beneficio.
La Europa de la derecha, que mayoritariamente gobierna en el Viejo Continente, ha tomado todas sus decisiones al dictado de los intereses del poder económico y ha pasado a conciencia por encima de las personas para defender exclusivamente lo suyo. Las desigualdades han aumentado a un ritmo altísimo, reduciendo a raudales la capacidad adquisitiva de los ciudadanos. Se ha recortado en todo, en materias básicas como la Sanidad o la Educación, hasta dejar en los huesos al sistema, y se ha aplicado la máxima de desprestigiar lo público para dar paso a los grandes capitales privados que, mientras viven el ensueño de la vuelta a un escenario parecido al de la especulación del ladrillo, persiguen hacer negocio con el dinero de los presupuestos públicos, con el dinero de todos.
Los españoles hemos sufrido especialmente estas políticas del PP con el cuento de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¿Pero quién ha vivido realmente así? ¿El que tenía una nómina y una hipoteca y pagaba religiosamente sus recibos o aquellos que han hecho negocio en los tiempos de bonanza y que ahora siguen enriqueciéndose a costa de las desgracias del resto? ¿Por qué se persigue a los más vulnerables y se ampara a los defraudadores y a los grandes especuladores?
Estas son las cuestiones que debe de abordar la nueva Europa, la que salga de las urnas en la próxima primavera, para que los ciudadanos puedan afrontar el futuro recuperando los derechos que les han sido sustraídos. Queremos, por lo tanto, una Europa de las personas y no una Europa de los mercados. Y debemos de ser conscientes de que lo que decidamos determinará también el camino de lo que suceda en España.
Las recetas de la derecha se han llevado por delante a muchas familias, generando desolación y una enorme frustración en el conjunto de los ciudadanos de este país. Revertir esta situación, por lo tanto, es urgente y es posible. Depende exclusivamente de nuestro compromiso, de que seamos conscientes de la trascendencia que para nuestra vida diaria tendrán las elecciones europeas de mayo y del sentido que le demos a nuestro voto.
La Europa de la derecha, que mayoritariamente gobierna en el Viejo Continente, ha tomado todas sus decisiones al dictado de los intereses del poder económico y ha pasado a conciencia por encima de las personas para defender exclusivamente lo suyo. Las desigualdades han aumentado a un ritmo altísimo, reduciendo a raudales la capacidad adquisitiva de los ciudadanos. Se ha recortado en todo, en materias básicas como la Sanidad o la Educación, hasta dejar en los huesos al sistema, y se ha aplicado la máxima de desprestigiar lo público para dar paso a los grandes capitales privados que, mientras viven el ensueño de la vuelta a un escenario parecido al de la especulación del ladrillo, persiguen hacer negocio con el dinero de los presupuestos públicos, con el dinero de todos.
Los españoles hemos sufrido especialmente estas políticas del PP con el cuento de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¿Pero quién ha vivido realmente así? ¿El que tenía una nómina y una hipoteca y pagaba religiosamente sus recibos o aquellos que han hecho negocio en los tiempos de bonanza y que ahora siguen enriqueciéndose a costa de las desgracias del resto? ¿Por qué se persigue a los más vulnerables y se ampara a los defraudadores y a los grandes especuladores?
Estas son las cuestiones que debe de abordar la nueva Europa, la que salga de las urnas en la próxima primavera, para que los ciudadanos puedan afrontar el futuro recuperando los derechos que les han sido sustraídos. Queremos, por lo tanto, una Europa de las personas y no una Europa de los mercados. Y debemos de ser conscientes de que lo que decidamos determinará también el camino de lo que suceda en España.
Las recetas de la derecha se han llevado por delante a muchas familias, generando desolación y una enorme frustración en el conjunto de los ciudadanos de este país. Revertir esta situación, por lo tanto, es urgente y es posible. Depende exclusivamente de nuestro compromiso, de que seamos conscientes de la trascendencia que para nuestra vida diaria tendrán las elecciones europeas de mayo y del sentido que le demos a nuestro voto.
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