El Gobierno de Rajoy acaba de retratar a los dirigentes provinciales del Partido Popular al confirmar que el Ministerio de Fomento acometerá en Murcia las obras de soterramiento de las vías del tren a su paso por la trama urbana de la ciudad. Así se lo ha anunciado la titular de la cartera de la obra pública, Ana Pastor, a nuestros vecinos murcianos, en el mismo despacho en el que la cúpula del PP de Almería se sentó hace unas semanas en una vergonzosa e inútil reunión.
De ese encuentro, la delegación de los populares almerienses no se trajo para la provincia ni un solo compromiso. Quedó claro que las obras del Ave, paradas desde que gobierna el PP, no son una prioridad en nuestra provincia pero sí lo son en Granada o Murcia. En esas provincias continúan los trabajos y, lo que es más, tienen fecha próxima de finalización.
Sin embargo, lo que ha ocurrido con el soterramiento en Almería es incalificable. Entre otras cosas, porque la primera autoridad de la ciudad, el alcalde de Almería, renunció a esta obra-con aquello de que ni aquí ni en Vladivostok se haría el soterramiento – como si se tratase de una opción personal; es decir, obviando que con su claudicación rompía el consenso alcanzado por toda la sociedad almeriense.
Lo que en su día fue una excusa para el PP, la situación económica que atraviesa el país, ahora vemos que fue una rendición en toda regla puesto que sí hay dinero para proyectos similares en otros territorios cuyas autoridades sí han estado dispuestas a plantarle cara al Gobierno, desde la lealtad institucional pero sin rebajar el nivel de exigencia.
Pero si el alcalde de Almería es el principal culpable de que esta obra no se lleve a cabo en la ciudad, no son menos responsables todos los que aparecían en la fotografía de la reunión de la cúpula del PP en el Ministerio de Fomento. Desde la delegada del Gobierno de Rajoy en Andalucía, Carmen Crespo, al presidente de la Diputación provincial, Gabriel Amat, pasando por los diputados Matarí y Hernando.
La manifiesta flojera del Partido Popular de Almería en estos y otros asuntos, mantienen a nuestra provincia relegada a un papel de mera espectadora, de quien no espera nada porque nada pide. En política, no obstante, se está para molestar las veces que sea necesario y para mantener una actitud reivindicativa sean los tuyos los que gobiernan o no. Fundamentalmente, porque nos debemos a los ciudadanos, a todos, a los que nos votaron y a los que no lo hicieron.
De ese encuentro, la delegación de los populares almerienses no se trajo para la provincia ni un solo compromiso. Quedó claro que las obras del Ave, paradas desde que gobierna el PP, no son una prioridad en nuestra provincia pero sí lo son en Granada o Murcia. En esas provincias continúan los trabajos y, lo que es más, tienen fecha próxima de finalización.
Sin embargo, lo que ha ocurrido con el soterramiento en Almería es incalificable. Entre otras cosas, porque la primera autoridad de la ciudad, el alcalde de Almería, renunció a esta obra-con aquello de que ni aquí ni en Vladivostok se haría el soterramiento – como si se tratase de una opción personal; es decir, obviando que con su claudicación rompía el consenso alcanzado por toda la sociedad almeriense.
Lo que en su día fue una excusa para el PP, la situación económica que atraviesa el país, ahora vemos que fue una rendición en toda regla puesto que sí hay dinero para proyectos similares en otros territorios cuyas autoridades sí han estado dispuestas a plantarle cara al Gobierno, desde la lealtad institucional pero sin rebajar el nivel de exigencia.
Pero si el alcalde de Almería es el principal culpable de que esta obra no se lleve a cabo en la ciudad, no son menos responsables todos los que aparecían en la fotografía de la reunión de la cúpula del PP en el Ministerio de Fomento. Desde la delegada del Gobierno de Rajoy en Andalucía, Carmen Crespo, al presidente de la Diputación provincial, Gabriel Amat, pasando por los diputados Matarí y Hernando.
La manifiesta flojera del Partido Popular de Almería en estos y otros asuntos, mantienen a nuestra provincia relegada a un papel de mera espectadora, de quien no espera nada porque nada pide. En política, no obstante, se está para molestar las veces que sea necesario y para mantener una actitud reivindicativa sean los tuyos los que gobiernan o no. Fundamentalmente, porque nos debemos a los ciudadanos, a todos, a los que nos votaron y a los que no lo hicieron.
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