Hemos cambiado de estación pero el Gobierno sigue en pleno invierno, congelando las expectativas de las familias y de los trabajadores con medidas, como las anunciadas en materia fiscal, que nos dejan completamente helados. El regalo veraniego anunciado por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, viene envuelto en papel trampa, con llamativos colores que no ocultan lo que realmente se esconde dentro: un gran fiasco.
La reforma fiscal por la que ha optado el Gobierno central no es la que necesita este país sino la que le conviene al PP. La derecha demuestra así que sus prioridades siguen estando donde han estado siempre: junto a las grandes fortunas. Las medidas, de esta manera, tendrán unos efectos muy reducidos y limitados sobre el crecimiento o el empleo y perjudicarán a las familias y a los trabajadores, puesto que son las clases medias las que terminarán pagando la gran rebaja que se aplica a las rentas altas.
Además, el Ejecutivo de Rajoy, que tiene una especial fijación con los parados, a los que no deja de castigar, los obliga a tributar por las indemnizaciones que reciban al ser despedidos de sus empleos, añadiendo al dolor moral un buen pellizco económico. Tampoco parece que en esta reforma haya querido tener en cuenta a miles de familias, muchas de ellas jóvenes, que viven de alquiler y a las que ha decido eliminar las deducciones que hasta ahora podían aplicarse.
La reforma pasa de puntillas por el grave problema del fraude fiscal, cuyo impacto estimado en nuestro país es de 90.000 millones de euros. Frente a este grave hecho, el PP sistemáticamente mira hacia otro lado y cuando ha decidido abordarlo lo ha hecho por la puerta de atrás, aprobando una vergonzosa amnistía fiscal que ha beneficiado a los grandes defraudadores. Por eso, este cambio de fiscalidad no va a inquietar a este colectivo ‘vip’ lo más mínimo ya que las medidas aprobadas ni les rozan.
El Gobierno garantiza de esta manera que los que más tienen paguen menos y que los que menos tienen no tengan asegurado ni el estado del bienestar ni los derechos sociales fundamentales. Si Rajoy, con estas medidas a la carta de las grandes fortunas pretende decir que ha cumplido su promesa electoral de bajar impuestos estará engañando doblemente porque ha subido más de 50 durante su mandato, con incrementos brutales como los aplicados en el IVA.
Con la mirada puesta en las citas electorales del próximo año, Rajoy lo fía todo a la desmemoria colectiva o a los pocos euros que supondrá para algunos la rebaja del IRPF que, en todo caso, no equilibrará la balanza de los derechos perdidos o los copagos Infligidos.
La reforma fiscal por la que ha optado el Gobierno central no es la que necesita este país sino la que le conviene al PP. La derecha demuestra así que sus prioridades siguen estando donde han estado siempre: junto a las grandes fortunas. Las medidas, de esta manera, tendrán unos efectos muy reducidos y limitados sobre el crecimiento o el empleo y perjudicarán a las familias y a los trabajadores, puesto que son las clases medias las que terminarán pagando la gran rebaja que se aplica a las rentas altas.
Además, el Ejecutivo de Rajoy, que tiene una especial fijación con los parados, a los que no deja de castigar, los obliga a tributar por las indemnizaciones que reciban al ser despedidos de sus empleos, añadiendo al dolor moral un buen pellizco económico. Tampoco parece que en esta reforma haya querido tener en cuenta a miles de familias, muchas de ellas jóvenes, que viven de alquiler y a las que ha decido eliminar las deducciones que hasta ahora podían aplicarse.
La reforma pasa de puntillas por el grave problema del fraude fiscal, cuyo impacto estimado en nuestro país es de 90.000 millones de euros. Frente a este grave hecho, el PP sistemáticamente mira hacia otro lado y cuando ha decidido abordarlo lo ha hecho por la puerta de atrás, aprobando una vergonzosa amnistía fiscal que ha beneficiado a los grandes defraudadores. Por eso, este cambio de fiscalidad no va a inquietar a este colectivo ‘vip’ lo más mínimo ya que las medidas aprobadas ni les rozan.
El Gobierno garantiza de esta manera que los que más tienen paguen menos y que los que menos tienen no tengan asegurado ni el estado del bienestar ni los derechos sociales fundamentales. Si Rajoy, con estas medidas a la carta de las grandes fortunas pretende decir que ha cumplido su promesa electoral de bajar impuestos estará engañando doblemente porque ha subido más de 50 durante su mandato, con incrementos brutales como los aplicados en el IVA.
Con la mirada puesta en las citas electorales del próximo año, Rajoy lo fía todo a la desmemoria colectiva o a los pocos euros que supondrá para algunos la rebaja del IRPF que, en todo caso, no equilibrará la balanza de los derechos perdidos o los copagos Infligidos.
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