Seguro que han oído hablar de las puertas giratorias. Hoy, voy a detenerme en uno de esos casos que en estos días nos ha venido a la memoria. Hace más de 15 años un parlamentario del PP dejó su sillón en Sevilla a la actual delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, para pasar a dirigir una empresa pública del Ministerio de Medio Ambiente en la época de Aznar. Este parlamentario, que fue un hombre fuerte del PP como ahora lo puede ser Amat, era propietario, a través de una sociedad, de terrenos donde se terminó construyendo el hotel del Algarrobico.
Ese Ministerio durante los gobiernos de Aznar, y siendo este señor cargo público de dicho Ministerio, guardó en un cajón el deslinde del dominio público de la playa del Algarrobico y no defendió con celo ese dominio público tal y como exigía la ley de Costas, posibilitando que se construyera el hotel en parte de esos 100 metros.
Ese alto cargo de ese Ministerio cambió en 2003 su despacho en la desaladora que construía Aznar en Carboneras por un despacho en las obras del hotel del Algarrobico, al ser contratado por la empresa que levantaba el hotel para dirigir esa construcción y sus intereses en la zona. ¿Lo pillan?
Me consta que al Partido Popular de Almería le molesta que los socialistas hablemos de esto, de su doble lenguaje, de su doble moralidad, de su doble rasero a la hora de hablar de decencia política. Lo suyo no tiene nada que ver con eso sino más bien con todo lo contrario.
El PP está en otras cosas, como demuestran día a día sus dirigentes provinciales que hacen una utilización perversa de lo público. Los casos en los que esto ocurre se cuentan por decenas, a los que se suma la última fechoría cometida por los responsables políticos de la Diputación.
Me refiero a la campaña publicitaria que ha puesto en marcha y que utiliza las siglas del PP. En ningún momento se ha aprobado en la Diputación lo que llaman “Plan Provincial de Apoyo a la Agricultura”, PP-A, como lo llaman, sino un plan de arreglo de caminos municipales. La trampa orquestada por el PP ha consistido en cambiar su nombre para que le cuadren de forma perversa las siglas de su partido.
Esta situación pone negro sobre blanco la permanente confusión que practican los dirigentes populares de Almería, y lo hacen con descaro, haciendo girar las puertas de lo público como auténticos trileros.
Ese Ministerio durante los gobiernos de Aznar, y siendo este señor cargo público de dicho Ministerio, guardó en un cajón el deslinde del dominio público de la playa del Algarrobico y no defendió con celo ese dominio público tal y como exigía la ley de Costas, posibilitando que se construyera el hotel en parte de esos 100 metros.
Ese alto cargo de ese Ministerio cambió en 2003 su despacho en la desaladora que construía Aznar en Carboneras por un despacho en las obras del hotel del Algarrobico, al ser contratado por la empresa que levantaba el hotel para dirigir esa construcción y sus intereses en la zona. ¿Lo pillan?
Me consta que al Partido Popular de Almería le molesta que los socialistas hablemos de esto, de su doble lenguaje, de su doble moralidad, de su doble rasero a la hora de hablar de decencia política. Lo suyo no tiene nada que ver con eso sino más bien con todo lo contrario.
El PP está en otras cosas, como demuestran día a día sus dirigentes provinciales que hacen una utilización perversa de lo público. Los casos en los que esto ocurre se cuentan por decenas, a los que se suma la última fechoría cometida por los responsables políticos de la Diputación.
Me refiero a la campaña publicitaria que ha puesto en marcha y que utiliza las siglas del PP. En ningún momento se ha aprobado en la Diputación lo que llaman “Plan Provincial de Apoyo a la Agricultura”, PP-A, como lo llaman, sino un plan de arreglo de caminos municipales. La trampa orquestada por el PP ha consistido en cambiar su nombre para que le cuadren de forma perversa las siglas de su partido.
Esta situación pone negro sobre blanco la permanente confusión que practican los dirigentes populares de Almería, y lo hacen con descaro, haciendo girar las puertas de lo público como auténticos trileros.
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