sábado, 13 de junio de 2015

Diálogo, acuerdo y responsabilidad

El diálogo para construir acuerdos que beneficien a la mayoría de la gente, haciendo un buen uso de la responsabilidad y confianza que han depositado en nosotros los ciudadanos a través de su voto en las urnas, debe ser el principal compromiso del nuevo tiempo que se ha abierto en política tras las últimas elecciones autonómicas y municipales.

Con esa idea estamos trabajando y vamos a seguir trabajando los socialistas, bajo la premisa de que quien debe de ganar siempre es la gente, los vecinos y vecinas de cada pueblo, ciudad, región o país.

Si el 22 de marzo la gente expresó mayoritariamente su confianza en Susana Díaz para gobernar en Andalucía, el 24 de mayo, en la provincia de Almería, los vecinos y vecinas de muchos pueblos, también de la ciudad de Almería, expresaron su voluntad de cambio y de que buscáramos fórmulas de entendimiento que permitieran conformar gobiernos sólidos, que contribuyesen a resolver los problemas de la gente, y en la mayoría de municipios ese cambio lo vamos a hacer posible.

También es verdad que, en otros municipios, los almerienses expresaron que no querían cambio, que reconocían el trabajo realizado hasta ahora por sus gobernantes y que les daban la confianza para un nuevo mandato. Es justo, en este tiempo de renovación, poner en valor el cambio constante de aquellos gobernantes que saben adaptarse a las necesidades de cada momento y renuevan legislatura tras legislatura la confianza de sus vecinos y vecinas.

Durante estos días se han sucedido todo tipo de encuentros entre las distintas fuerzas políticas que han logrado representación en los ayuntamientos. En ese ambiente de dialogo han nacido acuerdos para materializar un cambio que debe ser esperanza para las personas que peor lo están pasando y progreso para los pueblos.

Las clases medias y trabajadoras han sido muy castigadas por la derecha que, con la complicidad de sus alcaldes, ha metido la mano en los bolsillos de una inmensa mayoría de personas, mientras se hacían amnistías fiscales a la carta para una minoría o se beneficiaba a los de siempre. Esas decisiones, junto al gravísimo problema de paro al que nos enfrentamos, ante el que los alcaldes del Partido Popular se habían declarado incompetentes, seguro que han estado presentes en la voluntad expresada en las urnas, ya que la ciudadanía ha tomado buena nota de todo lo que ha ocurrido.

Es en este tiempo nuevo que se abre ahora, donde cada voto tiene el valor que nunca debió de perder, cuando los ciudadanos han dicho alto y claro que nos esforcemos para dialogar y llegar a acuerdos. Así mismo, nos han exigido que las instituciones sean transparentes, cercanas, con las puertas y las ventanas abiertas, y que seamos sensibles con los que peor está tratando la crisis.

En esa tarea, los ayuntamientos que hoy se conforman van a tener como aliado al Gobierno andaluz y a su presidenta, Susana Díaz. El compromiso de investidura suscrito esta misma semana entre el PSOE y Ciudadanos garantiza que el nuevo gobierno eche a andar sin perder ni un solo día más. El acuerdo, al igual en muchos ayuntamientos, se ha producido a pesar del Partido Popular y del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que desde la celebración de las elecciones andaluzas ha tratado por todos los medios de utilizar la investidura de la presidenta de Andalucía como moneda de cambio.

Susana Díaz, por el contrario, ha promovido durante este tiempo el diálogo con todos los partidos de manera permanente e incansable, con voluntad inapelable de acuerdo en todos los asuntos que importan de verdad a la ciudadanía, con el empleo, los derechos y servicios ciudadanos y la regeneración democrática como prioridades, como certificó en el discurso de investidura.

Ahora es el tiempo de que entre todos comencemos a escribir la política con mayúsculas, de estar pegados a la calle, a la realidad que día a día viven los ciudadanos, con sus problemas, con sus necesidades. Ahora, solo hay un camino: escuchar, mirar de tú a tú a la gente con humildad, de ser útiles a las personas y de entender que no somos dueños de sus votos sino depositarios de su confianza.

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