En alguna ocasión ya he comentado que todo lo que podía ir a peor, ha ido a peor durante estos cuatro años de Gobierno del Partido Popular. Una de las pruebas la tenemos en lo que ha ocurrido durante esta legislatura con las comunicaciones por ferrocarril. Si bien es cierto que en las últimas semanas se ha destapado, por decirlo de alguna manera, la caja de los truenos con este asunto, la verdad es que los socialistas venimos advirtiendo de esta situación desde que Rajoy desembarcara en la Moncloa.
En los últimos días, hemos comprobado cómo desde las filas del Partido Popular se han lanzado en tromba a defender lo indefendible, incluyendo, en esa desafortunada estrategia, ideas tan peregrinas como las del alcalde de Almería, que pretende que viajemos en autobús a Granada para poder coger allí el AVE y acortar, de esta manera, los tiempos del insufrible viaje a Madrid por tren.
Ideas como esta no solo ponen de relieve que a los populares les importe muy poco lo que sucede en Almería, sino que demuestran algo aún peor, que han interiorizado que nuestra provincia no va a ser merecedora de ninguna mejora con el Ejecutivo de Rajoy, ni en lo que queda de legislatura ni tampoco después, en el hipotético caso de que el PP volviera a ganar las elecciones generales. Desde luego, actuando de esta manera, lo tienen muy crudo.
En ese viaje a ninguna parte, la solución propuesta por el PP, la del bus hasta Granada, sobresale como uno de los mayores disparates que hemos tenido que escuchar en los últimos tiempos. Sobre todo, si tenemos en cuenta que buena parte de nuestros problemas se solucionarían instalando el intercambiador de ancho de vías en Granada, electrificando la parte de la línea que aún no lo está y reconsiderando, en los tramos en los que se pueda, los límites de velocidad actuales.
Sin embargo, ninguna de estas soluciones parece estar en la hoja de ruta de los dirigentes provinciales del PP o del Gobierno central. Resulta, por ejemplo, especialmente llamativo que exista un intercambiador en Córdoba, que está en desuso desde hace dos años, y que el planteamiento de los populares no sea utilizarlo para evitar, así, los transbordos a los que estamos abocados los almerienses al llegar a Granada.
El sopor que produce la inactividad, el abandono del Gobierno del PP hacia esta provincia solo es comparable con el sofoco que hemos sufrido al constatar año tras año cómo las partidas de la Alta Velocidad no se ejecutaban o cuando ahora descubrimos que el AVE diseñado para Almería solo será de una vía. Llegará esta infraestructura tarde, muy tarde a nuestra provincia, y cuando lo haga será de tercera división. ¿Es lo que nos merecemos? Ni mucho menos, por eso debemos enviar al banquillo de la oposición cuanto antes a este Gobierno que ha terminado arrinconándonos a la esquina de la esquina que ocupamos en el mapa del PP.
Almería ha tenido en el alcalde a un senador que en Madrid no ha dado la talla, no ha hecho nada de lo que se esperaba de él, no se ha esforzado en algo que es muy simple: luchar por Almería y los almerienses. Tampoco lo han hecho otros insignes representantes del PP como Hernando, Matarí o Arenas, más preocupados, por lo visto, en otros asuntos que en buscar soluciones a la provincia por la que salieron elegidos en las urnas.
Almería ha adolecido con el Gobierno de Rajoy, y la complicidad de los dirigentes provinciales del PP, de voluntad política, de mucha voluntad para resolver los problemas que tenemos, como es el caso que nos ocupa, con el tren. También se ha echado en falta aquí el coraje, la valentía y el trabajo que sí han tenido en otros territorios para sacar adelante este tipo de infraestructuras.
En los últimos días, hemos comprobado cómo desde las filas del Partido Popular se han lanzado en tromba a defender lo indefendible, incluyendo, en esa desafortunada estrategia, ideas tan peregrinas como las del alcalde de Almería, que pretende que viajemos en autobús a Granada para poder coger allí el AVE y acortar, de esta manera, los tiempos del insufrible viaje a Madrid por tren.
Ideas como esta no solo ponen de relieve que a los populares les importe muy poco lo que sucede en Almería, sino que demuestran algo aún peor, que han interiorizado que nuestra provincia no va a ser merecedora de ninguna mejora con el Ejecutivo de Rajoy, ni en lo que queda de legislatura ni tampoco después, en el hipotético caso de que el PP volviera a ganar las elecciones generales. Desde luego, actuando de esta manera, lo tienen muy crudo.
En ese viaje a ninguna parte, la solución propuesta por el PP, la del bus hasta Granada, sobresale como uno de los mayores disparates que hemos tenido que escuchar en los últimos tiempos. Sobre todo, si tenemos en cuenta que buena parte de nuestros problemas se solucionarían instalando el intercambiador de ancho de vías en Granada, electrificando la parte de la línea que aún no lo está y reconsiderando, en los tramos en los que se pueda, los límites de velocidad actuales.
Sin embargo, ninguna de estas soluciones parece estar en la hoja de ruta de los dirigentes provinciales del PP o del Gobierno central. Resulta, por ejemplo, especialmente llamativo que exista un intercambiador en Córdoba, que está en desuso desde hace dos años, y que el planteamiento de los populares no sea utilizarlo para evitar, así, los transbordos a los que estamos abocados los almerienses al llegar a Granada.
El sopor que produce la inactividad, el abandono del Gobierno del PP hacia esta provincia solo es comparable con el sofoco que hemos sufrido al constatar año tras año cómo las partidas de la Alta Velocidad no se ejecutaban o cuando ahora descubrimos que el AVE diseñado para Almería solo será de una vía. Llegará esta infraestructura tarde, muy tarde a nuestra provincia, y cuando lo haga será de tercera división. ¿Es lo que nos merecemos? Ni mucho menos, por eso debemos enviar al banquillo de la oposición cuanto antes a este Gobierno que ha terminado arrinconándonos a la esquina de la esquina que ocupamos en el mapa del PP.
Almería ha tenido en el alcalde a un senador que en Madrid no ha dado la talla, no ha hecho nada de lo que se esperaba de él, no se ha esforzado en algo que es muy simple: luchar por Almería y los almerienses. Tampoco lo han hecho otros insignes representantes del PP como Hernando, Matarí o Arenas, más preocupados, por lo visto, en otros asuntos que en buscar soluciones a la provincia por la que salieron elegidos en las urnas.
Almería ha adolecido con el Gobierno de Rajoy, y la complicidad de los dirigentes provinciales del PP, de voluntad política, de mucha voluntad para resolver los problemas que tenemos, como es el caso que nos ocupa, con el tren. También se ha echado en falta aquí el coraje, la valentía y el trabajo que sí han tenido en otros territorios para sacar adelante este tipo de infraestructuras.
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