En muy pocos meses, hemos pasado dos veces por las urnas y lo haremos en una tercera ocasión la próxima semana para votar a nuestros alcaldes y concejales y para decidir también el futuro de Europa. A alguien le puede parecer que son excesivas estas consultas y puedo entenderlo, aunque no lo comparta. Sin embargo, de lo que estoy seguro es que ni son un mero trámite, ni algo que podamos ignorar, para ingresar de esa manera en el tan discutible club de los abstencionistas.
Todas las elecciones, todas, son importantes. Lo decía una de las grandes personalidades políticas que ha tenido este país, Alfredo Pérez Rubalcaba, y que me permito –como un homenaje a su memoria– reproducir aquí: “Cuanto menos se tiene, más importante es tu voto. Los votos construyen hospitales. Con la indiferencia no se construye nada”.
Votar es decidir y no votar es permitir que otros decidan por ti. Ahí radica el principal argumento que cada uno de nosotros y de nosotras tenemos que poner en una balanza a la hora de pensar si nos quedamos en casa o nos acercamos a las urnas. Y la ocasión que tenemos por delante el próximo 26 de mayo para elegir entre futuro y progreso o retroceso, créanme, es de las que no se pueden desperdiciar.
La derecha, históricamente, ha sido como un martillo pilón a la hora de pretender desideologizar las citas electorales. Recientemente, el alcalde de Almería y candidato del Partido Popular, Ramón Fernández-Pacheco Monterreal, presentaba su programa para las elecciones municipales, asegurando que “no tiene ideología”. Como si en desatender a los barrios, tal y como lleva haciendo el PP durante 16 años seguidos en beneficio de la zona centro, por poner un solo ejemplo, no hubiera una intencionalidad política y un claro ejemplo de sectarismo a la hora de decidir en qué lugar se realizan unas inversiones y en qué otro sitio no. Sí, por mucho que intente enmascarar la derecha lo evidente, la política y la ideología cuentan en esas y en otras decisiones y por eso es tan importante nuestro voto.
Otra demostración muy clara de lo que digo también la estamos observando a diario en las decisiones que toma el Gobierno de Andalucía… o en las pocas que toma, puesto que el Ejecutivo de PP y Ciudadanos lleva meses haciéndose el muerto, a la espera de que pasen las próximas elecciones. A partir de ese momento, con la aprobación de los presupuestos y las medidas en forma de recortes y privatizaciones que llevarán a cabo, le veremos la verdadera cara a las derechas que gobiernan en nuestra comunidad.
Sin embargo, la democracia puede revertir eso. El voto es lo único que las derechas no pueden recortar ni manipular, por eso es fundamental que todos y todas ejerzamos ese derecho en las elecciones municipales y europeas, para que rematemos la gran victoria del PSOE en las generales, y España y Andalucía cuenten con ayuntamientos y diputaciones progresistas, que trabajen por la igualdad y el bienestar de todos los municipios y ciudades.
Y no podemos relajarnos, tenemos que estar atentos. Si las derechas suman lo harán, no lo dudarán. Por lo tanto, entre todos y todas nos toca frenarlas de nuevo ahora en los ayuntamientos y en la Diputación porque, insisto, nos jugamos mucho. Nos jugamos seguir creciendo y progresando en nuestros municipios o retroceder 40 años, y eso solo es posible metiendo nuestro voto en las urnas, como hicimos en las elecciones para elegir a los primeros ayuntamientos democráticos el 3 de abril de 1979.
Todas las elecciones, todas, son importantes. Lo decía una de las grandes personalidades políticas que ha tenido este país, Alfredo Pérez Rubalcaba, y que me permito –como un homenaje a su memoria– reproducir aquí: “Cuanto menos se tiene, más importante es tu voto. Los votos construyen hospitales. Con la indiferencia no se construye nada”.
Votar es decidir y no votar es permitir que otros decidan por ti. Ahí radica el principal argumento que cada uno de nosotros y de nosotras tenemos que poner en una balanza a la hora de pensar si nos quedamos en casa o nos acercamos a las urnas. Y la ocasión que tenemos por delante el próximo 26 de mayo para elegir entre futuro y progreso o retroceso, créanme, es de las que no se pueden desperdiciar.
La derecha, históricamente, ha sido como un martillo pilón a la hora de pretender desideologizar las citas electorales. Recientemente, el alcalde de Almería y candidato del Partido Popular, Ramón Fernández-Pacheco Monterreal, presentaba su programa para las elecciones municipales, asegurando que “no tiene ideología”. Como si en desatender a los barrios, tal y como lleva haciendo el PP durante 16 años seguidos en beneficio de la zona centro, por poner un solo ejemplo, no hubiera una intencionalidad política y un claro ejemplo de sectarismo a la hora de decidir en qué lugar se realizan unas inversiones y en qué otro sitio no. Sí, por mucho que intente enmascarar la derecha lo evidente, la política y la ideología cuentan en esas y en otras decisiones y por eso es tan importante nuestro voto.
Otra demostración muy clara de lo que digo también la estamos observando a diario en las decisiones que toma el Gobierno de Andalucía… o en las pocas que toma, puesto que el Ejecutivo de PP y Ciudadanos lleva meses haciéndose el muerto, a la espera de que pasen las próximas elecciones. A partir de ese momento, con la aprobación de los presupuestos y las medidas en forma de recortes y privatizaciones que llevarán a cabo, le veremos la verdadera cara a las derechas que gobiernan en nuestra comunidad.
Sin embargo, la democracia puede revertir eso. El voto es lo único que las derechas no pueden recortar ni manipular, por eso es fundamental que todos y todas ejerzamos ese derecho en las elecciones municipales y europeas, para que rematemos la gran victoria del PSOE en las generales, y España y Andalucía cuenten con ayuntamientos y diputaciones progresistas, que trabajen por la igualdad y el bienestar de todos los municipios y ciudades.
Y no podemos relajarnos, tenemos que estar atentos. Si las derechas suman lo harán, no lo dudarán. Por lo tanto, entre todos y todas nos toca frenarlas de nuevo ahora en los ayuntamientos y en la Diputación porque, insisto, nos jugamos mucho. Nos jugamos seguir creciendo y progresando en nuestros municipios o retroceder 40 años, y eso solo es posible metiendo nuestro voto en las urnas, como hicimos en las elecciones para elegir a los primeros ayuntamientos democráticos el 3 de abril de 1979.
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