La derecha en España, la que se dice moderada, pero que no lo es en absoluto, y la extrema derecha, decidieron hace semanas que, en lugar de combatir al virus, combatirían al Gobierno de España. Pleno tras pleno, hemos visto esa embarrada estrategia en la bancada del Partido Popular y en la de Vox, donde sus líderes se han afanado en desprestigiar los grandísimos esfuerzos que se han realizado durante el estado de alarma y los resultados positivos que ha arrojado el confinamiento para frenar la pandemia.
Escuchando a Pablo Casado y a Santiago Abascal da la impresión de que lo que está ocurriendo en España no fuese producto de lo mismo que podemos observar en el resto del mundo: una crisis sanitaria y económica sin precedentes como consecuencia de un coronavirus extremadamente contagioso y potencialmente peligroso para una buena parte de los que enferman. Esto, que es lo verdaderamente objetivo de todo lo que nos está pasando desde el punto de vista sanitario, social y económico, se vuelve subjetivo a ojos de la derecha.
El estado de alarma, así como las medidas de confinamiento que ha llevado aparejadas, ha evitado la pérdida de 300.000 vidas en nuestro país, de acuerdo con el estudio de seroprevalencia realizado por el Instituto de Salud Carlos III en colaboración con las Comunidades Autónomas. A pesar de la contundencia de los datos, la derecha anda sumida en una disparatada carrera para pedir que cuanto antes se levante el estado de alarma. Por eso, resulta más que asombroso que Casado actúe con esta irresponsabilidad –impropia de un partido que ha gobernado muchos años España–, desentendiéndose del país y de todos sus ciudadanos en el momento más difícil, el más crucial de nuestra historia reciente.
El Partido Popular, en este sentido, está actuando con un tacticismo político que no aguanta comparación alguna con lo que está haciendo la derecha en el resto de Europa. El ejemplo más claro lo hemos visto en Portugal, donde Rui Rio, el líder del partido conservador, ha mostrado su apoyo cerrado al Gobierno del socialista António Costa, al que le deseó en el Parlamento "coraje, nervios de acero y mucha suerte”. ¿Alguien ha escuchado algo parecido, alguna sola vez, en la Carrera de San Jerónimo por parte del líder del PP? En la misma pregunta está la respuesta.
Es evidente que Pablo Casado está utilizando el Congreso de los Diputados para convertir esta pandemia en un elemento de confrontación política con el único objetivo de sacar, a futuro, un supuesto lucro electoral de esa permanente crispación. En lugar de pensar en España, el líder del PP sólo piensa en cómo obtener rentabilidad del sufrimiento y del esfuerzo que han realizado todos los españoles y las españolas en un escenario inédito para la gran mayoría de nuestros compatriotas. Y si para ello cree que tiene que utilizar falsos argumentos, los utiliza.
Decir que se está coartando la libertad de expresión, que se está condicionando a los medios de comunicación o se están tomando medidas para limitar los contenidos en las redes sociales, es un insulto a la inteligencia. Solo hay que darse una vuelta por cualquiera de esos espacios o lugares y comprobar lo que ocurre o lo que se dice.
La realidad es que el Gobierno de Pedro Sánchez solo está centrado en dar una respuesta económica y social a esta crisis con la clara convicción de que la prioridad son las personas. Ese es el verdadero patriotismo en el que se debería mirar la derecha, a la que ya se le empieza a hacer tarde para decidir si va a seguir sirviéndose de la bandera española o sirviendo a la bandera española. Seguimos.
Escuchando a Pablo Casado y a Santiago Abascal da la impresión de que lo que está ocurriendo en España no fuese producto de lo mismo que podemos observar en el resto del mundo: una crisis sanitaria y económica sin precedentes como consecuencia de un coronavirus extremadamente contagioso y potencialmente peligroso para una buena parte de los que enferman. Esto, que es lo verdaderamente objetivo de todo lo que nos está pasando desde el punto de vista sanitario, social y económico, se vuelve subjetivo a ojos de la derecha.
El estado de alarma, así como las medidas de confinamiento que ha llevado aparejadas, ha evitado la pérdida de 300.000 vidas en nuestro país, de acuerdo con el estudio de seroprevalencia realizado por el Instituto de Salud Carlos III en colaboración con las Comunidades Autónomas. A pesar de la contundencia de los datos, la derecha anda sumida en una disparatada carrera para pedir que cuanto antes se levante el estado de alarma. Por eso, resulta más que asombroso que Casado actúe con esta irresponsabilidad –impropia de un partido que ha gobernado muchos años España–, desentendiéndose del país y de todos sus ciudadanos en el momento más difícil, el más crucial de nuestra historia reciente.
El Partido Popular, en este sentido, está actuando con un tacticismo político que no aguanta comparación alguna con lo que está haciendo la derecha en el resto de Europa. El ejemplo más claro lo hemos visto en Portugal, donde Rui Rio, el líder del partido conservador, ha mostrado su apoyo cerrado al Gobierno del socialista António Costa, al que le deseó en el Parlamento "coraje, nervios de acero y mucha suerte”. ¿Alguien ha escuchado algo parecido, alguna sola vez, en la Carrera de San Jerónimo por parte del líder del PP? En la misma pregunta está la respuesta.
Es evidente que Pablo Casado está utilizando el Congreso de los Diputados para convertir esta pandemia en un elemento de confrontación política con el único objetivo de sacar, a futuro, un supuesto lucro electoral de esa permanente crispación. En lugar de pensar en España, el líder del PP sólo piensa en cómo obtener rentabilidad del sufrimiento y del esfuerzo que han realizado todos los españoles y las españolas en un escenario inédito para la gran mayoría de nuestros compatriotas. Y si para ello cree que tiene que utilizar falsos argumentos, los utiliza.
Decir que se está coartando la libertad de expresión, que se está condicionando a los medios de comunicación o se están tomando medidas para limitar los contenidos en las redes sociales, es un insulto a la inteligencia. Solo hay que darse una vuelta por cualquiera de esos espacios o lugares y comprobar lo que ocurre o lo que se dice.
La realidad es que el Gobierno de Pedro Sánchez solo está centrado en dar una respuesta económica y social a esta crisis con la clara convicción de que la prioridad son las personas. Ese es el verdadero patriotismo en el que se debería mirar la derecha, a la que ya se le empieza a hacer tarde para decidir si va a seguir sirviéndose de la bandera española o sirviendo a la bandera española. Seguimos.
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