Entre abucheos, así llegó el presidente del Gobierno andaluz de las derechas al Ayuntamiento de Linares a ver unas obras en el día en que en el Pleno del Parlamento andaluz se debatía sobre la alarmante situación que vive nuestra comunidad autónoma por la pandemia de coronavirus. Su escapada para disfrutar de un día de ocio en medio de un ‘tsunami’ –tal y como califica su consejero de Salud lo que estamos viviendo–, está fuera de lugar y supone una falta de respeto no solo al Parlamento, sino también a todos los andaluces y andaluzas.
Moreno Bonilla prefirió poner muchos kilómetros de por medio con el Hospital de las Cinco Llagas antes que ofrecer explicaciones de lo que está ocurriendo y de dar a conocer las nuevas medidas que piensa poner en marcha. El escaqueo de Moreno Bonilla con el objetivo de evitar rendir cuentas de la gestión que su gobierno está realizando para frenar esta tercera ola de la covid-19, en una semana en la que, además, hemos alcanzado en Andalucía y en Almería el récord de contagios desde el inicio de la pandemia, fue una maniobra que solo se puede calificar de ruin.
La emergencia en la que nos encontramos precisa de un presidente que esté a la altura de las circunstancias, que dé la cara, que asuma el mando y el liderazgo de la lucha contra el virus en primera línea. Sin embargo, en Moreno Bonilla solo estamos encontrando a un presidente que desaparece cuando más se le necesita, que huye del Parlamento, de la sede de la soberanía del pueblo andaluz, y que siempre encuentra la excusa perfecta para culpar a otros de su propia incompetencia.
Moreno Bonilla desaprovechó una buenísima oportunidad para explicar por qué pide el confinamiento total o que se adelante el toque de queda, cuando tiene las herramientas suficientes, que contempla el actual estado de alarma, para tomar las medidas que crea convenientes, algunas de ellas muy restrictivas.
¿Por qué no fue al Parlamento si está, como dice, tan preocupado? ¿Qué era aquello tan importante en el Ayuntamiento de Linares que no podía esperar a otro día? La explicación más sencilla suele ser la más probable: se escabulló para evitar que recayera en él la responsabilidad de la nefasta gestión que está llevando a cabo su gobierno con medidas contradictorias, que son fruto de la improvisación y que están generando una enorme confusión entre la ciudadanía.
La última y más sonada muestra de esta discutida gestión, que solo es indiscutible entre los más fervientes consumidores de la propaganda que distribuye la Junta, ha sido la rocambolesca explicación ofrecida por el consejero de Salud, Jesús Aguirre, al admitir que la Junta de Andalucía desperdició el 20% de los primeros viales de vacunas que recibió de Pfizer. "Un culillo", fue la expresión que utilizó para referirse a tamaño despropósito, que tiene como origen la compra de jeringas inapropiadas, y que pone de manifiesto la frivolidad con la que se emplea este gobierno en un asunto que no aguanta ni una sola broma.
A la hora en la que Aguirre hacía el ridículo en el Parlamento andaluz, Moreno Bonilla hacía lo propio en Linares, saliendo del coche oficial entre abucheos y sin mascarilla. El desconcierto del presidente andaluz posiblemente le llevó a cometer ese desliz. Y es que en la calle comienza a hacer demasiado frío como para esperar un cálido recibimiento. La dejadez y la indolencia del gobierno andaluz es tan evidente que ni el autobombo puede esconder la cruda realidad: la falta de coraje y de iniciativa del gobierno andaluz para ayudar a salir de la crisis económica y social, que trae aparejada la pandemia, a los que peor lo están pasando.
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