sábado, 3 de septiembre de 2011

¿Y tú qué piensas?


Los ricos de Francia y Alemania han dado un ejemplo de solidaridad que, a la postre, ha terminado dejando al aire las vergüenzas del PP, por la torpeza de sus dirigentes nacionales. El vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, Esteban González Pons, se metió en el jardín que él mismo había sembrado al alabar el ofrecimiento de 16 de las mayores fortunas francesas, que pidieron a su Gobierno la creación de un impuesto especial para ricos que ayude al país a salir de la crisis. En una entrevista en la Cope, González Pons dijo: “El ejemplo de las grandes fortunas francesas vale para las españolas”. Sin embargo, después de tirar la piedra, González Pons tuvo que esconder la mano, a riesgo de desatar la ira de sus compañeros de partido.


Conocida la propuesta francesa, que también se ha producido en Alemania, en el PSOE Rubalcaba anunció que subirá los impuestos a los ricos. El ministro José Blanco aprovechó para preguntar si el PP pensaba hacer lo mismo y, ante los titubeos del propio González Pons, tuvo que salir a la palestra María Dolores de Cospedal para decirnos lo que ya sabíamos: que el PP no subirá los impuestos a los ricos. En otras palabras, que el PP prefiere la caridad a la justicia.

Los socialistas españoles creemos, sin embargo, que la contribución a las arcas públicas debe realizarse mediante impuestos, y no por la gracia de nadie. También creemos que éstos deben ser progresivos, de manera que las grandes rentas y los grandes capitales tributen más. Así de simple.

Aunque haya quienes siguen repitiendo como un mantra que aumentar la carga fiscal a los propietarios de grandes fortunas desemboca en la fuga de capitales, el debate se ha revelado falso, dado que, en España, el grueso de la tasa se obtendría sobre bienes inmuebles, los cuales, por definición, no pueden moverse a otro país.

A estas alturas de la crisis, todos sabemos en qué consisten las políticas neoliberales que propugna la derecha y que han aplicado despreocupadamente algunos empresarios sin escrúpulos: primero se privatizan los beneficios y más tarde se socializan las pérdidas. Dicho de otro modo, cuando el dinero fluye, fluye hacia los bolsillos de unos pocos y, cuando hay que ajustarse el cinturón, la derecha empieza por los que menos tienen.

Los tiempos de bonanza han quedado atrás y el nuevo escenario económico requiere de nuevas fórmulas. Ha llegado el momento de poner fin a la especulación y de promover una riqueza basada en lo ‘real’: en bienes y servicios. Ha llegado la hora de exigir que los recortes se apliquen en los bolsillos de quienes más tienen, y no en los derechos de los que más necesitan.

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