sábado, 6 de febrero de 2016

Mujer y empleo: una ecuación pendiente de resolver

En las últimas semanas hemos conocido las cifras relativas al número de desempleados que registra la provincia de Almería. Tanto en los ofrecidos por la Encuesta de Población Activa (EPA) como en los de las oficinas públicas de empleo, se observa una significativa reducción del número de personas en paro - lo cual es una excelente noticia - a pesar de que la situación sigue siendo todavía muy complicada para miles de familias almerienses.

Nuestra provincia soporta aún una alta tasa de paro y el trabajo que se está creando es de poca calidad. En concreto, más del 95% de los contratos que se hicieron el pasado mes de enero fueron temporales. En muchas ocasiones, esos empleos son - además de temporales - por horas, y los sueldos que se pagan están muy por debajo de lo que se consideraría digno. En ese contexto, son especialmente las mujeres, junto a los jóvenes, quienes ven frenadas de manera mayoritaria sus expectativas a la hora de encontrar un empleo, de mantenerlo o de percibir un salario justo.

Con la crisis y con los ajustes que ha sufrido el mercado del trabajo, como consecuencia fundamentalmente de la injusta reforma laboral desarrollada por el Gobierno de Rajoy, hemos comprobado cómo el paro entre las mujeres almerienses ha ido aumentando hasta superar con creces al de los hombres. Según la última EPA, la referida al cuarto trimestre de 2015, el paro femenino en nuestra provincia está 8 puntos por encima del masculino. Este dato, por sí mismo, proporciona una idea de la desigualdad que ha terminado creciendo en nuestra sociedad como consecuencia de las políticas aplicadas por la derecha.

La mujer ha sido, de esta manera, doblemente castigada. Por un lado, porque la brecha salarial, la diferencia entre lo que gana una mujer y un hombre por hacer el mismo trabajo, ha seguido creciendo - una mujer tiene que trabajar 84 días más al año para cobrar lo mismo que un hombre- y, por otro, porque la reforma laboral de Rajoy se ha cargado la conciliación de la vida familiar y la vida laboral. Además, los recortes en materia social aplicados por el Partido Popular han tenido una especial incidencia entre las mujeres almerienses: más de 5.000 cuidadores de dependientes –la mayor parte mujeres- que vieron reconocido su trabajo mediante la bonificación de la Seguridad Social, salieron del sistema tras romper el Ejecutivo central, de forma unilateral y – cómo no - por decreto, el convenio que amparaba esta medida aprobada por un gobierno socialista en 2007.

En nuestra provincia, se da, así mismo, otra circunstancia a la que no podemos ni debemos dar la espalda y que afecta también a miles de mujeres. El 80 por ciento del sector del manipulado de frutas, hortalizas y flores - es decir, la mayoría de los cerca de 25.000 trabajadores que se emplean en esta actividad - son mujeres. En estos días, este colectivo, de la mano de sus representantes sindicales, está negociando un nuevo convenio laboral. En ese marco, los socialistas le hemos mostrado nuestro apoyo y hemos pedido a la patronal del sector que sea sensible con estos trabajadores y trabajadoras para poder avanzar en igualdad entre hombres y mujeres dentro de los almacenes, para avanzar en la conciliación de la vida laboral con la vida familiar y, por supuesto, para que ganen en estabilidad laboral.

Las empresas tienen que cuidar a estos trabajadores y a estas trabajadoras porque son muy importantes para el modelo productivo de Almería y, evidentemente, aprobar un buen convenio colectivo es la mejor manera de cuidar a esas miles de personas que, a lo largo de la campaña, se emplean en este sector.

El nuevo Gobierno de España, así mismo, tiene por delante una ardua tarea para devolver la estabilidad al mercado laboral y, sobre todo, los derechos y los salarios dignos que los trabajadores y trabajadoras han perdido en estos últimos años. La fórmula pasa ineludiblemente por derogar la Reforma Laboral, aprobar un nuevo Estatuto de los Trabajadores y poner en marcha medidas concretas para cerrar esa vergonzante brecha salarial, de manera que hombres y mujeres, que desarrollen un mismo trabajo, perciban un mismo sueldo.

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