domingo, 21 de marzo de 2021

La normalización del tamayazo


Si algo tiene claro a estas alturas la sociedad española es que algunos van a hacer todo lo que esté en su mano y en su bolsillo para garantizar su supervivencia en las instituciones, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Para ello, no tienen ni van a tener ningún reparo en continuar con un ‘modus operandi’ que perpetúa la corrupción hasta el punto de hacerla pasar por un asunto cotidiano.


Todos esos tejemanejes son tan habituales en el Partido Popular que han dejado de ser algo raro o extraordinario, lo que también da mucho que pensar. En eso, hay que reconocerlo, los Pablo Casado y compañía llevan mucho campo recorrido y a día de hoy se han especializado tanto en la materia que hasta hay quienes han conseguido un máster por la cara, se han encontrado un Jaguar en su garaje y han recibido sobresueldos o reformado la sede con una caja B con absoluta naturalidad.

La inmensa mayoría de los españoles hemos visto en estos días cómo la maquinaria del PP ha funcionado a máxima potencia para conseguir comprar de un día para otro las voluntades que fuesen necesarias. Qué digo de un día para otro, de una hora para otra. Lo más sorprendente de todo esto es que ya ni se esconden y a cara descubierta arrancan ‘tamayazos’ a precio de saldo, visto lo visto en Murcia.

El transfuguismo tampoco es algo que nos resulte ni lejano ni extraño en nuestra provincia. En Almería, Roquetas de Mar, Huércal-Overa y Huércal de Almería, el PP ha llegado a acuerdos con personas que se presentaron por un partido y después lo abandonaron, quedándose su acta de concejal para darle al PP una mayoría absoluta que no consiguió en las urnas. Concejales de Ciudadanos y Vox han sido los facilitadores necesarios de esas nuevas mayorías que no votó la ciudadanía.

El caso de Roquetas de Mar es de esos que se llaman ‘de libro’ porque, además, no es la primera vez que ocurre. En las pasadas elecciones las cosas no le fueron del todo bien a Gabriel Amat, pero lo que no consiguió en las urnas se lo fabricó rápidamente en los despachos mediante acuerdos secretos con dos tránsfugas de Vox y una de Ciudadanos, que le han dejado el camino expedito para hacer y deshacer a su antojo hasta 2023.

Lo ocurrido en Murcia en estos días tiene un poco de todo esto y va un paso más allá con la posible incorporación al gobierno no solo de diputados que han sido expulsados de Ciudadanos, sino también de otros que vienen de Vox. El PP, de esta manera, comienza a abrirle las puertas de las instituciones de par en par a la extrema derecha. Lo que haga falta, le habrá dicho Casado a los suyos. Vergonzoso.

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