lunes, 1 de agosto de 2011

Por qué lo llaman austeridad


La renovación de los gobiernos en los ayuntamientos ha venido seguida de un debate sobre cómo debemos abordar la gestión del dinero público. Por una vez, socialistas y ‘populares’ hemos coincidido en señalar la austeridad y la buena gestión de los recursos como uno de los temas fundamentales que deben ordenar la acción política. Sin embargo, no todos queremos decir lo mismo cuando hablamos de austeridad y de buena gestión.


Para el PP de Almería, la austeridad y la buena gestión son palabras vacías, que no están respaldadas por los hechos de sus dirigentes. Lo dejó claro mi compañero Antonio López Olmo esta misma semana, cuando reveló las cifras referentes a la deuda de los ayuntamientos del PP. De los 361 millones de euros que acumulaban los ayuntamientos de Almería a 31 de diciembre del pasado año, casi 197 correspondían a ayuntamientos del PP y algo más de 70 a ayuntamientos del PSOE. El dato habla por sí mismo, y más si se tiene en cuenta que en ese momento el PP gobernaba sólo 31 ayuntamientos, frente a los 56 del PSOE.

Con estos datos en la mano, es difícil saber de qué están hablando realmente cuando hablan de ser austeros o buenos gestores. Algún lector podría pensar que nunca es tarde para enmendarse, pero lo cierto es que la oportunidad que tenían para hacer las cosas de otra manera ya la han desaprovechado.

Tras las elecciones del mes de mayo, el PP ha seguido haciendo lo mismo allí donde está. En el Ayuntamiento de Huércal-Overa (PP), por asistir a cada junta de Gobierno los concejales no liberados cobran 300 euros. En Albox (PSOE) cobran 30.

En Mojácar (PP), la alcaldesa se ha subido el sueldo un 42% y ha liberado a todos los concejales del equipo de Gobierno, sabiendo que, en la práctica, no hacen falta. En Oria (PP), el alcalde costará más de 4.000 euros al mes, más del doble que lo que cobrará la alcaldesa de Chirivel (PSOE): 1.600 euros.

En el Ayuntamiento de Roquetas de Mar, Gabriel Amat ha liberado a 14 de sus 16 concejales, el mismo número que ha liberado en Almería Luis Rogelio Rodríguez-Comendador Pérez. El ahorro en el Ayuntamiento de Roquetas de Mar viene, suponemos, de que Gabriel Amat ha renunciado a su sueldo de allí para quedarse con el de Diputación, lo que le permite cobrar 8.000 euros más, a cuenta del bolsillo de todos los almerienses de la provincia, quienes, eso sí, sólo podremos ‘disfrutar’ de un presidente a tiempo parcial.

Las arcas de los ayuntamientos no atraviesan su mejor momento. Y aunque el PP está tratando de vender como una fantástica medida de apoyo a los ayuntamientos el adelanto del dinero de las tasas e impuestos que recaudan a través de la Diputación, lo cierto es que ésta es una medida limitada. El dinero que les adelantan es, en realidad, el que les corresponde por la recaudación de sus tasas e impuestos, de manera que en nada incrementan los recursos que transfieren a los ayuntamientos. Les están anticipando lo que es suyo, pero no les dan más.

Por el contrario, para ayudarlos a sanear sus cuentas hacen falta medidas estructurales, y ésas llevan la firma del PSOE.

El Parlamento de Andalucía, con los votos del Grupo Socialista, ha sacado adelante recientemente la Ley reguladora de la participación de las entidades locales en los tributos de la Junta de Andalucía. Con ella, los ayuntamientos andaluces recibirán 420 millones de euros este año, y la cantidad irá aumentando progresivamente hasta alcanzar los 600 millones en 2014. Por su parte, el Gobierno de España también ha aprobado un aumento del 14% en la participación de los ayuntamientos y diputaciones en los ingresos del estado, lo que supone que las corporaciones locales de Andalucía recibirán alrededor de 370 millones de euros adicionales. Esto no es anticipar, esto es dar más.

La austeridad y la buena gestión deben llevarnos a garantizar el empleo de todas las personas que trabajan en nuestros ayuntamientos y en la Diputación. Los socialistas estamos dispuestos a hacer todo lo necesario para ser austeros. En el PP, lo llaman austeridad, pero quieren decir que las vacas flacas han llegado para todos, menos para ellos.

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