Las elecciones del próximo 20 de diciembre se presentan como una oportunidad única de cambio para el país y especialmente para Almería. El primer reto que tenemos que afrontar es el de la recuperación económica, que puede traducirse en empleo y bienestar, o puede seguir traduciéndose en prebendas y privilegios para unos pocos, tal y como ha hecho durante este tiempo el Partido Popular. En ese escenario, solo hay dos posiciones posibles: el cambio o la continuidad, el reformismo progresista o el inmovilismo de la derecha. En definitiva, o PSOE o PP, o Pedro Sánchez o Mariano Rajoy.
Tras cuatro años de retrocesos sociales y de fracturas territoriales, España necesita un nuevo proyecto de país, que una a los españoles en torno a un nuevo impulso reformista para asegurar un futuro mejor a las generaciones presentes y futuras. Ese proyecto tiene dos grandes objetivos: lograr un desarrollo económico sólido y justo, y renovar nuestras instituciones democráticas, para ponerlas al servicio de la gran mayoría de los españoles.
El cambio preciso para unir al país requiere de una política nueva y distinta, que busque el diálogo en lugar de la imposición, la suma en lugar de la resta, el encuentro en lugar del desencuentro. Es lo que llamamos la buena política: la política que genera consensos y que fortalece al país. Solo el PSOE y Pedro Sánchez cuentan con la voluntad reformista, con los equipos y con la capacidad de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas para afrontar con éxito estos desafíos de país.
El primer gran reto de los españoles, como decía, es el de una recuperación económica solvente y justa. Gracias al impulso de las políticas socialdemócratas en Europa, se dan nuevas oportunidades para el crecimiento económico en España. Sin embargo, esas oportunidades están siendo malogradas por la derecha, porque tan solo benefician a una minoría de españoles privilegiados, mientras la mayoría de las clases medias trabajadoras sufren desempleo, precariedad laboral y graves retrocesos en sus condiciones de vida.
La derecha habla del crecimiento del PIB, pero la economía que viven las familias españolas sigue deteriorándose como consecuencia de los recortes sociales aplicados por Rajoy. El PP habla del registro de nuevos contratos laborales, pero el paro sigue siendo el mismo de 2011 y la mayoría de los españoles y almerienses que tienen la suerte de trabajar solo encuentran empleos precarios, inestables y con salarios muy reducidos.
Tenemos por delante, además, el gran reto de blindar en la Constitución los derechos sociales más relevantes, como la sanidad, la educación, las pensiones o la atención a la dependencia, para evitar que los recortes de la derecha puedan volver a ponerlos en jaque. También el de elaborar un nuevo Estatuto de los Trabajadores, que apuntale los derechos de los empleados frente al abuso y la explotación. Proponemos, así mismo, un Pacto de Toledo renovado, para asegurar un sistema público de pensiones sostenible y con prestaciones dignas. Y desarrollaremos una reforma fiscal de alcance, conforme a los principios de la suficiencia, la progresividad y la justicia, sin amnistías vergonzantes y en lucha permanente contra el fraude.
Una de las grandes diferencias entre la izquierda y la derecha, entre el PSOE y el PP, en estas elecciones consiste en que mientras que los socialistas hablamos de las personas, la derecha habla de los números y las estadísticas. Mientras los socialistas sentimos los problemas de los españoles y les buscamos solución, el Partido Popular se empeña en mostrar estadísticas trucadas que nada tienen que ver con la realidad de la ciudadanía. En esta campaña se contraponen, por lo tanto, dos modelos muy distintos de sociedad y de política: la desigualdad y las mentiras que representa el PP o el cambio, la modernización y las reformas progresistas que impulsará Pedro Sánchez.
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