miércoles, 25 de enero de 2012

Bienvenido, Mr. Arenas

La derecha almeriense ha puesto ya la alfombra roja (o quizás una azul) para recibir al que gana más que nadie entre todos los políticos de Andalucía y parte de España, unos 500 euros diarios, a Javier Arenas que ya ha anunciado que se presenta a las autonómicas por Almería. Todo, por lo tanto, se ajusta al guión ya establecido por los directores de la campaña del partido popular: se presenta por Almería al no tener la certeza de ganar en Sevilla.


Seamos serios, Arenas ha echado cuentas y, como evidentemente no le salen en Sevilla, se viene aquí. Qué abnegado amor, cuánto cariño por esta tierra y…, por cierto, cuánto desprecio por la suya. Es verdad que en Almería lo vamos conociendo pero en Sevilla, dónde reside, lo han tratado más y será por eso por lo que no se presenta por la capital andaluza, porque lo conocen muy bien. A él y a su partido.
Javier Arenas es de ese tipo de personas de las que no te puedes fiar ni un pelo, puesto que no dice lo que piensa sino lo que cree que los ciudadanos quieren oír. Así se ha creado esa imagen de personaje veleta que todo el mundo conoce. Es el manual de estilo del Partido Popular, el de decir una cosa hoy y la contraria mañana, según sople el viento. Para muestra, dos botones a cuenta del posible nuevo Acuerdo con Marruecos, que tanto nos preocupa en nuestra provincia, y que los socialistas almerienses y andaluces rechazamos con rotundidad.
 
El 3 de octubre de 2001, la por entonces parlamentaria andaluza del PP, Carmen Crespo – hoy delegada del Gobierno en Andalucía- a propósito de las amenazas de las organizaciones agrarias por las concesiones a Marruecos para exportar tomate dijo que es evidente que las ventajas son mayores que los perjuicios para nuestra agricultura y calificó el Acuerdo como razonable. Asimismo, afirmó que el futuro de la agricultura almeriense pasaba indudablemente por la calidad de nuestra producción, más que por la cantidad. Crespo incluso afirmaba (La Voz de Almería del sábado 22 de marzo de 2003) que almerienses y marroquíes deben hablar para comercializar juntos y que el proceso de apertura a Marruecos es imparable.
 
En esos años, también en este periódico, Miguel Arias Cañete -ministro de Agricultura con Aznar y ahora con Rajoy, afirmaba que el aumento de las exportaciones de tomate de Marruecos no ponían en peligro al sector y, a propósito de una manifestación convocada por agricultores contra la ampliación de las exportaciones, Cañete acusó a los convocantes de catastrofistas.
 
Estas actitudes, las de decir lo que convenga en cada momento puesto que la memoria del pueblo- eso piensa la derecha- es frágil, suponen un grave déficit democrático que se desliza por una pendiente que apunta directamente al corazón de otro quebranto mucho más preocupante, el moral.

A Voltaire le preguntaron en su lecho de muerte si renunciaba a Satán y éste respondió ahora, mi buen amigo, no es momento de hacer enemigos. Javier Arenas debe de pensar algo parecido, que no es momento de explicarles a los andaluces la agenda oculta que maneja, ni de enseñar las tijeras de podar que le ha regalado su amigo Rajoy para que practique en la intimidad. Mejor, pensará, seguimos con la costumbre de decir una cosa y luego hacer otra, al más puro estilo de Mariano el ausente.
 
Como en la conmovedora película de Tim Burton, Arenas Manostijeras se prepara para el gran festín. Sus compañeros de reparto, Aguirre, Cospedal, Feijóo, Fabra y Montoro– por citar solo a algunos célebres cortadores de césped- ya le han indicado cuál es el camino: La senda del hachazo, brutal y sin contemplaciones a los que menos tienen, a los que tienen nómina, a las clases medias trabajadores, a los de siempre. Bienvenido, Mr. Arenas.

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