Iniciamos 2012 y con el una nueva Legislatura en las Cortes Generales, donde el Partido Popular llevara la voz cantante, la batuta, porque así lo decidieron las urnas, con la esperanza que de conseguir una melodía o una música que aporte soluciones o satisfacciones y no más sin sabores.
Y también para mi partido, el PSOE, este 2012 será un año muy importante porque vamos a abrir una nueva etapa que esperamos que nos lleve a recuperar la confianza y el diálogo permanente con los ciudadanos, que son termómetros que expresan la fortaleza y vitalidad de mi partido. Para ello, vamos a celebrar en menos de un mes un Congreso Federal donde decidiremos qué personas y qué proyecto político desarrollará nuestro partido en los próximos años.
Los socialistas entendimos el mensaje que los ciudadanos y ciudadanas a través de las urnas nos dieron el pasado 20 de noviembre y por ello inmediatamente nos hemos puesto a la tarea de cambiar lo que no hacemos bien, manteniendo nuestras señas de identidad, sin renunciar a renovarnos a la luz de las exigencias de los nuevos tiempos.
Andalucía en todo esto tiene mucho que decir, siempre lo hemos hecho y más ahora que somos fundamentales para el futuro del socialismo en España. No es casual que uno de los candidatos a la Secretaria General, Alfredo Pérez Rubalcaba, anticipara al PSOE de Andalucía su intención de aspirar a la Secretaría General socialista, trasladándose a Sevilla para comunicárselo a Pepe Griñán, ni tampoco responde al azar que Carme Chacón, haya elegido Andalucía, concretamente Olula del Río, para presentar públicamente su candidatura también a la Secretaría General del PSOE federal.
Andalucía tiene mucho peso en el PSOE, somos la Federación Socialista más importante, la región con más población y una autentica reserva ideológica de donde el socialismo español históricamente ha bebido con mucha frecuencia, para disponer de la lucidez, fuerza y empuje, que son imprescindibles para la acción política
El PSOE de Andalucía es un referente como organización política y también lo es al frente del Gobierno andaluz, que como institución ha abierto en muchas ocasiones el camino a seguir por los progresistas en el ámbito nacional e internacional en políticas de igualdad, políticas sociales, en investigación, en políticas de desarrollo económico, nuevos derechos y avances democráticos.
El Congreso también es una oportunidad para que la sociedad española compruebe con claridad las grandes diferencias en el funcionamiento de los dos principales partidos políticos, el PSOE y el Partido Popular, el primero movido y liderado por todos sus integrantes, los militantes, y el segundo movido únicamente por sus dirigentes, sin dar voz ni voto a sus bases, que sólo son llamadas para aplaudir.
En nuestro partido todos los militantes y simpatizantes expresan a través de las Agrupaciones Locales sus opiniones e ideas, que son escuchadas y, además, eligen a través de estas a los delegados que les representarán y se encargarán de trasladar dichas propuestas a los órganos superiores. Frente a esto, vemos cómo el Partido Popular adopta decisiones de forma unipersonal por un líder, sin consultar con las bases, y aunque esas decisiones vayan incluso en contra de lo que recogían en su propio proyecto de Gobierno, como hemos podido corroborar con la subida de impuestos aprobada en el Consejo de Ministros.
Los socialistas, con toda nuestra organización, participaremos en el próximo Congreso Federal donde, sin lugar a dudas, daremos un paso más en la apertura de nuestro partido a la ciudadanía, otorgando mayor participación a los militantes y simpatizantes, a las personas con el corazón rojo que quieren trabajar por mejorar nuestra sociedad a través de la política, con más cercanía a la gente, a sus necesidades y problemas.
Es el momento de abrir un nuevo tiempo político, nuevas formas de trabajar, de compartir con la ciudadanía las fórmulas para atajar los desafíos que nos plantea nuestra realidad y de aproximarnos al sentir social. Los socialistas nos sentimos cómodos construyendo nuestro futuro y no le tenemos miedo al debate de ideas. Otros partidos no pueden decir lo mismo.
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