El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ha dado esta semana una imagen poco ejemplar de lo que debe de ser un estadista, un buen gobernante. En dos días consecutivos ha dramatizado tanto la situación económica de España que la prima de riesgo ha alcanzado máximos históricos y el Tesoro ha tenido que pagar un interés altísimo para colocar la deuda. Nunca se lo vamos a agradecer lo suficiente los españoles. Ni eso, ni que dijera con el anterior gobierno socialista que no le importaba que se hundiera España porque cuando gobernara el PP lo arreglarían. A la vista está el resultado.
Montoro ha puesto sobre la mesa el drama con frases del estilo “si no se recauda no habrá dinero para pagarles las nóminas a los funcionarios” o con la no menos inquietante “no hay dinero en las arcas públicas para pagar servicios” para que cunda el miedo, especialmente entre los funcionarios, de los que dice que no se le va a rebajar el sueldo sino que lo que hay es un “retraimiento de la paga”. Su locuacidad sí que es impagable, Sr ministro.
Los mensajes que está lanzando el Ejecutivo de Rajoy para consumo interno, más propios de quién hace oposición que de quién gobierna, están perjudicando gravemente la imagen de nuestro país, haciéndonos perder credibilidad a pasos agigantados y aumentando aún más la desconfianza en los que dudan que podamos salir de ésta o que vayamos a pagar nuestras deudas. Esto es tan simple como el chiste en el que un avispado comerciante vende una vaca de la que dice que hace la compra y cocina. Una semana después el comprador le pide explicaciones a este comerciante asegurando que el animal ni por asomo hace la compra y que por supuesto no cocina. El vendedor de la vaca mira al nuevo propietario asintiendo y le dice: tú sigue así hablando de la vaca que no lo vas a vender en la vida. Pues, eso.
El Gobierno del PP, en lugar de proteger los pilares básicos de nuestra sociedad y plantar cara a la crisis protegiendo a los más vulnerables, está empeñado en que sean los más débiles quienes soporten el recorte del déficit, actuando como un pirómano con una lata de gasolina en la mano, justificando los recortes, como hizo Rajoy en el parlamento, con la idea de que no podemos elegir puesto que no tenemos esa libertad.
Pues también en esto está engañando el presidente Rajoy a la gente porque, en cada decisión que toma su gobierno, está eligiendo cargar el mayor peso de la crisis sobre las capas más débiles de la población. Y como jefe del Ejecutivo tiene la misma libertad para subir el IVA o bajar las prestaciones a los parados que para poner un impuesto a las grandes fortunas. Pero esto último no lo hace. El Gobierno del PP prefiere tirar por el camino de en medio y por la senda del drama y del miedo. La derecha en esencia.
Montoro ha puesto sobre la mesa el drama con frases del estilo “si no se recauda no habrá dinero para pagarles las nóminas a los funcionarios” o con la no menos inquietante “no hay dinero en las arcas públicas para pagar servicios” para que cunda el miedo, especialmente entre los funcionarios, de los que dice que no se le va a rebajar el sueldo sino que lo que hay es un “retraimiento de la paga”. Su locuacidad sí que es impagable, Sr ministro.
Los mensajes que está lanzando el Ejecutivo de Rajoy para consumo interno, más propios de quién hace oposición que de quién gobierna, están perjudicando gravemente la imagen de nuestro país, haciéndonos perder credibilidad a pasos agigantados y aumentando aún más la desconfianza en los que dudan que podamos salir de ésta o que vayamos a pagar nuestras deudas. Esto es tan simple como el chiste en el que un avispado comerciante vende una vaca de la que dice que hace la compra y cocina. Una semana después el comprador le pide explicaciones a este comerciante asegurando que el animal ni por asomo hace la compra y que por supuesto no cocina. El vendedor de la vaca mira al nuevo propietario asintiendo y le dice: tú sigue así hablando de la vaca que no lo vas a vender en la vida. Pues, eso.
El Gobierno del PP, en lugar de proteger los pilares básicos de nuestra sociedad y plantar cara a la crisis protegiendo a los más vulnerables, está empeñado en que sean los más débiles quienes soporten el recorte del déficit, actuando como un pirómano con una lata de gasolina en la mano, justificando los recortes, como hizo Rajoy en el parlamento, con la idea de que no podemos elegir puesto que no tenemos esa libertad.
Pues también en esto está engañando el presidente Rajoy a la gente porque, en cada decisión que toma su gobierno, está eligiendo cargar el mayor peso de la crisis sobre las capas más débiles de la población. Y como jefe del Ejecutivo tiene la misma libertad para subir el IVA o bajar las prestaciones a los parados que para poner un impuesto a las grandes fortunas. Pero esto último no lo hace. El Gobierno del PP prefiere tirar por el camino de en medio y por la senda del drama y del miedo. La derecha en esencia.
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