La última Encuesta de Población Activa (EPA) nos ha dejado unas cifras escalofriantes sobre el paro en nuestro país: España supera los seis millones de desempleados con una tasa media de paro del 27 por ciento. Siendo estos datos ya de por sí muy negativos, no los son menos los que certifican que en España hay dos millones de hogares con todos sus miembros en paro y que la tasa de paro juvenil alcanza ya el 57%.
En la provincia de Almería, las cifras que refleja la encuesta son especialmente duras. En sólo un año, el número de desempleados en la provincia ha pasado de 131.400 a 135.100, lo que supone que a día de hoy tenemos 3.700 almerienses más haciendo frente al drama del paro. Abundando en los datos que ofrece la EPA, no encontramos ni uno positivo para nuestra provincia. El deterioro del mercado de trabajo se refleja, no sólo en la subida del número de parados, sino también en el descenso de la ocupación, con casi 12.000 menos que en el primer trimestre de 2012.
Con estas cifras, la tasa de actividad del primer trimestre de 2013 se ha situado en un 64,78% frente al 66,04% del mismo periodo de 2012; y la tasa de paro ha crecido hasta superar el 37 %, lo que significa que cuatro de cada diez almerienses se encuentran en paro.
A la vista de estos datos, es evidente que la política económica que está aplicando el Gobierno de Rajoy está resultando tremendamente negativa para el conjunto del país y, especialmente perjudicial para la provincia de Almería. Sin políticas que estimulen la economía, sin planes de empleo y con una reforma laboral muy dañina para el conjunto de los trabajadores, el PP nos está condenando a permanecer en una situación de crisis que comienza a hacerse crónica.
Además, los datos de la EPA del primer trimestre de 2013 confirman las nefastas consecuencias de la reforma laboral del Gobierno central. Desde que Rajoy comenzó su mandato, se han destruido en España más de un millón de empleos y esto ha sucedido con un presidente que prometió a los españoles que con él bajaría el paro y que incluso llegó a fotografiarse delante de una oficina del INEM cuando aún se encontraba en la oposición.
Sin embargo, y más allá de la crítica política, lo que ponen de relieve todas estas cifras es la situación de debilidad social, de pobreza, en la que se ha sumido este país. Resultan alarmantes las denuncias que a diario realizan las Organizaciones No Gubernamentales sobre el aumento de la atención que están dispensando a personas que carecen de recursos económicos, que no tienen ni para comer. Lo hemos escuchado de entidades humanitarias que trabajan a pie de calle como Cruz Roja o Cáritas, que en un reciente informe sostiene que en nuestro país tres millones de personas se encuentran en una situación de pobreza extrema, que la renta familiar ha caído a niveles del año 2001 y que seis de cada cien españoles está al borde de la exclusión.
Ante este desolador panorama, el Gobierno andaluz ha tomado cartas en el asunto y ha anunciado la puesta en marcha de un Plan de Acción Social al que destinará unos 100 millones de euros para luchar contra la exclusión social con medidas concretas, realistas y adecuadas.
Los objetivos que persigue este Plan son, fundamentalmente, crear empleo a través de los ayuntamientos con un plan de acción social, gestionado por los servicios sociales comunitarios, que hará hincapié en la aplicación de la Ley de Dependencia. También prevé esta iniciativa agilizar el acceso al salario social y desarrollar un programa de solidaridad alimentaria, al que se destinarán 16 millones de euros, para que todos los niños tengan garantizadas al menos tres comidas consistentes al día a través de los comedores escolares, los centros de día o la colaboración con Organizaciones No Gubernamentales. El ejemplo que ofrece Andalucía debería de servir a Rajoy para poner en marcha también una Estrategia Nacional contra la Exclusión Social, como le ha pedido el Presidente Griñán, para atender a los millones de ciudadanos y ciudadanas que están siendo golpeados y marginados por la crisis.
Esta es la realidad que tenemos y a la que no le podemos dar la espalda. Por eso invito al Partido Popular a que se sume a este tipo de medidas y se deje de hacer comparaciones absurdas sobre si nos parecemos a Venezuela a Etiopía. Especialmente porque la persona que se encuentre en una cola, pendiente de que le den un plato de comida, o que se vea incapaz de darles a sus hijos los alimentos que necesitan, no van a entender a qué viene rechazar estas medidas, a qué vienen esas risas.
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