Debe de ser que la paciencia ya no tiene límites, si es que alguna vez los tuvo, y que a ese conformismo al que nos viene invitando Rajoy hay que aferrarse con todas nuestras fuerzas, puesto que no hay más de lo que se ve y de lo que se intuye en las decisiones que pueda tomar el Gobierno en el futuro más inmediato. Un nuevo organismo internacional - nuevo en el sentido de que no es el primero - en este caso la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), vuelve a empeorar las estimaciones del Ejecutivo central en dos aspectos fundamentales para vislumbrar una salida de la crisis: el desempleo y el déficit público.
La OCDE estima que acabaremos el año con una tasa de paro por encima del 28 por ciento y que en 2014 las cifras serán muy similares. También corrige al alza el déficit previsto y no barrunta un recorte significativo para este año, lo que pone en entredicho cada uno de los sacrificios que está soportando la sociedad española, todo hay que decirlo, de manera estoica. Ni una sola de las medidas solemnemente vendidas como "necesarias" contra el derecho de los trabajadores o contra los servicios públicos esenciales ha dado resultado. Sin embargo, y a pesar de que pincha en el diagnóstico y en el tratamiento, Rajoy es incapaz de soltar el acelerador del camión de los recortes ni para tomar aire o para que lo tomen los ciudadanos.
Dice este organismo internacional que "impulsar el crecimiento debe ser la prioridad política número uno del Gobierno" pero nada hace indicar que Rajoy vaya a dar pasos en ese sentido. Si alguien espera del presidente del Gobierno un movimiento distinto al ejecutado hasta ahora, tendrá que sumarle un nuevo trastorno, el de la melancolía, a su estado de paciencia y frustración en esta fase de duelo en la que nos encontramos.
El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a una pérdida (pérdida de un empleo, de una relación, etc.) y en eso andan centenares de miles de españoles, en intentar asumir que han sido víctimas de un cruel engaño; de una mentira sobre la que han crecido muchas otras. En eso se ha convertido la relación de la gran mayoría de la sociedad española con el presidente-plasma, en determinar hasta cuándo podrá mantener este juego de trampas que solo ha cuajado para los poderosos y ha enriquecido a los que ya les iba extraordinariamente bien. En eso, en sólo eso, todas las previsiones, todos los pronósticos se han cumplido.
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