Imagino que a los dirigentes provinciales del Partido Popular les ha tenido que sentar verdaderamente mal que la sociedad almeriense haya decidido pasar a la acción para defender las mejoras que Almería necesita en materia ferroviaria. Supongo que no es plato de buen gusto que, a las puertas de unas elecciones generales, la gente salga a la calle, haga manifiestos, critique abiertamente lo que entiende que es una injusticia y reclame soluciones.
También es verdad que todo esto se lo podía haber ahorrado el PP si durante estos cuatro años de gobierno hubiera invertido el dinero comprometido en los Presupuestos Generales del Estado. Ese es el verdadero drama al que se enfrentan los ‘populares’, que son incapaces de explicar por qué un día decidieron que lo que aparecía para nuestra provincia en los presupuestos no se cumpliría pero que sí pondrían un euro sobre otro para que la Alta Velocidad fuera una realidad en Galicia o Murcia, por poner solo dos ejemplos.
Claro, esto es tan difícil de explicar y de entender que a la menor de cambio echan mano de la herencia recibida o de aquello tan manido de que el AVE tiene que llegar antes a Murcia para poder seguir hasta Almería. Los ‘ingenieros’ del PP, por lo visto, no contemplaron nunca que los trabajos de la Alta Velocidad podían avanzar en ambos sentidos. Eso es lo que, efectivamente, hubiera tenido sentido. Así se ha hecho con otras obras. ¿Por qué aquí no?
El resultado de todo esto es el que conocemos: Almería no disfrutará de trenes AVE hasta bastante más allá de 2020, en el mejor de los casos. Y hasta aquí hemos llegado, con un plantón en toda regla de la sociedad civil y con una enorme frustración por no disponer de las comunicaciones a las que se han subido la mayoría de las provincias españolas.
Resulta especialmente grave que esto haya ocurrido en una provincia situada en una esquinita del mapa a la que cuesta llegar y de la que cuesta salir. De eso, de estar dónde estamos, los almerienses no tenemos ninguna culpa. De no haber apostado por acercarnos a Madrid o a Sevilla en unos tiempos razonables, sí que existe un responsable: Se apellida Rajoy, tiene de nombre Mariano y por compañeros de correrías a los ausentes Amat, Arenas, Hernando, Rodríguez Comendador, Matarí, Gonzálvez o Caicedo.
Pero si todo esto no fuese ya lo suficientemente bochornoso, miren por dónde, estos dirigentes del PP han sucumbido al sonido de los grillos que suena en cada vídeo de los que ha difundido Juventudes Socialistas de Almería por las redes sociales. Un sonido que refleja la soledad, el abandono y el desprecio del gobierno de Rajoy hacia esta tierra. “Almería-Madrid: 7 horas. Rajoy castiga a Almería con trenes del siglo pasado”. “Almería, #VagónDeColaconRajoy”, sentencian los jóvenes socialistas en sus videos. Efectivamente, en cuatro años, el Gobierno del PP no ha sido capaz de electrificar la parte que aún está pendiente entre Almería y Granada y se niega a instalar un cambiador de vías que nos evite el bochorno de hacer transbordos en la ciudad de la Alhambra.
La situación en la que nos deja el PP es como el canto de esos grillos solitarios en las noches almerienses en las que aprieta el calor. Un soniquete soporífero que se eleva hasta decir basta, ya está bien. Precisamente, de ese desprecio por esta tierra nacen las reivindicaciones del colectivo Contra el Abandono de las Líneas Ferroviarias Almerienses (CALIFAL) y de la Mesa en Defensa del Ferrocarril de la Provincia de Almería. Los socialistas, que compartimos al cien por cien esas exigencias, apoyamos y seguiremos apoyando su puesta en marcha, ahora y después de las elecciones del 20-D, gobierne quien gobierne, porque no es de recibo, no es de justicia, la situación que estamos viviendo los almerienses en pleno siglo XXI.
También es verdad que todo esto se lo podía haber ahorrado el PP si durante estos cuatro años de gobierno hubiera invertido el dinero comprometido en los Presupuestos Generales del Estado. Ese es el verdadero drama al que se enfrentan los ‘populares’, que son incapaces de explicar por qué un día decidieron que lo que aparecía para nuestra provincia en los presupuestos no se cumpliría pero que sí pondrían un euro sobre otro para que la Alta Velocidad fuera una realidad en Galicia o Murcia, por poner solo dos ejemplos.
Claro, esto es tan difícil de explicar y de entender que a la menor de cambio echan mano de la herencia recibida o de aquello tan manido de que el AVE tiene que llegar antes a Murcia para poder seguir hasta Almería. Los ‘ingenieros’ del PP, por lo visto, no contemplaron nunca que los trabajos de la Alta Velocidad podían avanzar en ambos sentidos. Eso es lo que, efectivamente, hubiera tenido sentido. Así se ha hecho con otras obras. ¿Por qué aquí no?
El resultado de todo esto es el que conocemos: Almería no disfrutará de trenes AVE hasta bastante más allá de 2020, en el mejor de los casos. Y hasta aquí hemos llegado, con un plantón en toda regla de la sociedad civil y con una enorme frustración por no disponer de las comunicaciones a las que se han subido la mayoría de las provincias españolas.
Resulta especialmente grave que esto haya ocurrido en una provincia situada en una esquinita del mapa a la que cuesta llegar y de la que cuesta salir. De eso, de estar dónde estamos, los almerienses no tenemos ninguna culpa. De no haber apostado por acercarnos a Madrid o a Sevilla en unos tiempos razonables, sí que existe un responsable: Se apellida Rajoy, tiene de nombre Mariano y por compañeros de correrías a los ausentes Amat, Arenas, Hernando, Rodríguez Comendador, Matarí, Gonzálvez o Caicedo.
Pero si todo esto no fuese ya lo suficientemente bochornoso, miren por dónde, estos dirigentes del PP han sucumbido al sonido de los grillos que suena en cada vídeo de los que ha difundido Juventudes Socialistas de Almería por las redes sociales. Un sonido que refleja la soledad, el abandono y el desprecio del gobierno de Rajoy hacia esta tierra. “Almería-Madrid: 7 horas. Rajoy castiga a Almería con trenes del siglo pasado”. “Almería, #VagónDeColaconRajoy”, sentencian los jóvenes socialistas en sus videos. Efectivamente, en cuatro años, el Gobierno del PP no ha sido capaz de electrificar la parte que aún está pendiente entre Almería y Granada y se niega a instalar un cambiador de vías que nos evite el bochorno de hacer transbordos en la ciudad de la Alhambra.
La situación en la que nos deja el PP es como el canto de esos grillos solitarios en las noches almerienses en las que aprieta el calor. Un soniquete soporífero que se eleva hasta decir basta, ya está bien. Precisamente, de ese desprecio por esta tierra nacen las reivindicaciones del colectivo Contra el Abandono de las Líneas Ferroviarias Almerienses (CALIFAL) y de la Mesa en Defensa del Ferrocarril de la Provincia de Almería. Los socialistas, que compartimos al cien por cien esas exigencias, apoyamos y seguiremos apoyando su puesta en marcha, ahora y después de las elecciones del 20-D, gobierne quien gobierne, porque no es de recibo, no es de justicia, la situación que estamos viviendo los almerienses en pleno siglo XXI.
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