La Comisión Europea le ha dicho a Rajoy y a Montoro que no se cree sus presupuestos. El dictamen publicado esta semana por Bruselas, pese a las retorcidas excusas y cortinas de humo lanzadas por el gobierno, confirma lo que ya habíamos apuntado los socialistas, que ni sus previsiones de crecimiento, ni sus previsiones de ingresos, ni de gastos, ni de déficit son creíbles. O lo que es lo mismo, que las cuentas que ha presentado son las de la trampa y el cartón.
Bruselas cree que España terminará el año y afrontará el siguiente con un déficit por encima del objetivo establecido. En total, ese incumplimiento de 1 punto de PIB entre los dos ejercicios se traduce en 10.000 millones de euros, una cifra que ya se presenta como la envenenada herencia que se encontrará el gobierno que salga de las urnas el próximo 20 de diciembre.
Además, la Comisión tampoco se cree las previsiones de evolución de deuda pública de España, que según Bruselas continuará creciendo hasta alcanzar casi el 100% del PIB en 2016. En ese estado de las cosas, le ha pedido al gobierno que presente otro plan presupuestario - lo antes posible - que tenga en cuenta las recomendaciones de la Comisión para cumplir los objetivos presupuestarios.
Este asunto es de extremada gravedad y coloca en una situación muy delicada a nuestro país y su credibilidad. El dictamen de la Comisión Europea pone de manifiesto una vez más las mentiras de Rajoy, que llegó al gobierno mintiendo en su programa electoral y ahora termina la legislatura mintiendo a los españoles con unos presupuestos claramente electoralistas. Rajoy, como se recordará, comenzó la legislatura escondiendo los presupuestos reales para evitar un descalabro en las elecciones andaluzas -por lo cual recibió una seria reprimenda de Bruselas que le obligó a rectificar-, y la va a terminar de la misma forma, presentando unos presupuestos tramposos que también han sido rechazados por la Comisión Europea.
Este severo toque de atención, vuelve a situar en el foco a nuestro país y evidencia la irresponsabilidad del presidente del Gobierno al poner en riesgo la credibilidad de España, de nuevo, por un cálculo electoral. Rajoy ha tratado de instrumentalizar los presupuestos en su favor, justo antes de unas elecciones generales, buscando ventajas electorales y atando las manos al siguiente gobierno. En lugar de consolidar la estabilidad presupuestaria de la que quería presumir, ha generado mayor incertidumbre e inestabilidad para nuestro país.
Desde el comienzo del trámite parlamentario, en el debate de presupuestos y en todas las enmiendas, el PSOE viene denunciando que los presupuestos para 2016 estaban basados en una ilusión y escondían un recorte de varios miles de millones de euros. Ahora, la Comisión Europea nos da la razón y denuncia que España va a incumplir y que tiene que hacer un ajuste de 10.000 millones que se corresponden con la reforma fiscal de Montoro. Es decir, el regalo a las rentas más altas y a las grandes compañías aprobado por el Ejecutivo de Rajoy va a suponer recortes de gasto por la misma cuantía. Esa es la política fiscal del PP.
La amonestación de Bruselas demuestra la pésima gestión económica del gobierno del PP en aquello que más presume, el control de las cuentas públicas. Desde que gobierna Rajoy ha aumentado la deuda pública en más de 300.000 millones de euros en una legislatura, se han incumplido los objetivos de déficit público todos los años y van a dejar un enorme agujero en la Seguridad Social tras ‘pulirse’ 30.000 millones de euros del Fondo de Reserva de las pensiones. Peor aún es la enorme irresponsabilidad del adelanto a este año de la rebaja del IRPF, con un coste de 1.500 millones de euros, que fue claramente populista y que favorece, como decía, mayoritariamente a las rentas altas.
El todavía presidente nos debe una explicación. Tiene que contar públicamente cómo piensa responder a las demandas de Bruselas, si va a retirar los presupuestos como le pedimos los socialistas o si no lo va a hacer. Tiene que explicar cómo va a cumplir con la Comisión Europea, pero sobre todo tiene que dejar de mentir a los españoles y españolas y decirles qué ajustes presupuestarios piensa llevar a cabo.
Bruselas cree que España terminará el año y afrontará el siguiente con un déficit por encima del objetivo establecido. En total, ese incumplimiento de 1 punto de PIB entre los dos ejercicios se traduce en 10.000 millones de euros, una cifra que ya se presenta como la envenenada herencia que se encontrará el gobierno que salga de las urnas el próximo 20 de diciembre.
Además, la Comisión tampoco se cree las previsiones de evolución de deuda pública de España, que según Bruselas continuará creciendo hasta alcanzar casi el 100% del PIB en 2016. En ese estado de las cosas, le ha pedido al gobierno que presente otro plan presupuestario - lo antes posible - que tenga en cuenta las recomendaciones de la Comisión para cumplir los objetivos presupuestarios.
Este asunto es de extremada gravedad y coloca en una situación muy delicada a nuestro país y su credibilidad. El dictamen de la Comisión Europea pone de manifiesto una vez más las mentiras de Rajoy, que llegó al gobierno mintiendo en su programa electoral y ahora termina la legislatura mintiendo a los españoles con unos presupuestos claramente electoralistas. Rajoy, como se recordará, comenzó la legislatura escondiendo los presupuestos reales para evitar un descalabro en las elecciones andaluzas -por lo cual recibió una seria reprimenda de Bruselas que le obligó a rectificar-, y la va a terminar de la misma forma, presentando unos presupuestos tramposos que también han sido rechazados por la Comisión Europea.
Este severo toque de atención, vuelve a situar en el foco a nuestro país y evidencia la irresponsabilidad del presidente del Gobierno al poner en riesgo la credibilidad de España, de nuevo, por un cálculo electoral. Rajoy ha tratado de instrumentalizar los presupuestos en su favor, justo antes de unas elecciones generales, buscando ventajas electorales y atando las manos al siguiente gobierno. En lugar de consolidar la estabilidad presupuestaria de la que quería presumir, ha generado mayor incertidumbre e inestabilidad para nuestro país.
Desde el comienzo del trámite parlamentario, en el debate de presupuestos y en todas las enmiendas, el PSOE viene denunciando que los presupuestos para 2016 estaban basados en una ilusión y escondían un recorte de varios miles de millones de euros. Ahora, la Comisión Europea nos da la razón y denuncia que España va a incumplir y que tiene que hacer un ajuste de 10.000 millones que se corresponden con la reforma fiscal de Montoro. Es decir, el regalo a las rentas más altas y a las grandes compañías aprobado por el Ejecutivo de Rajoy va a suponer recortes de gasto por la misma cuantía. Esa es la política fiscal del PP.
La amonestación de Bruselas demuestra la pésima gestión económica del gobierno del PP en aquello que más presume, el control de las cuentas públicas. Desde que gobierna Rajoy ha aumentado la deuda pública en más de 300.000 millones de euros en una legislatura, se han incumplido los objetivos de déficit público todos los años y van a dejar un enorme agujero en la Seguridad Social tras ‘pulirse’ 30.000 millones de euros del Fondo de Reserva de las pensiones. Peor aún es la enorme irresponsabilidad del adelanto a este año de la rebaja del IRPF, con un coste de 1.500 millones de euros, que fue claramente populista y que favorece, como decía, mayoritariamente a las rentas altas.
El todavía presidente nos debe una explicación. Tiene que contar públicamente cómo piensa responder a las demandas de Bruselas, si va a retirar los presupuestos como le pedimos los socialistas o si no lo va a hacer. Tiene que explicar cómo va a cumplir con la Comisión Europea, pero sobre todo tiene que dejar de mentir a los españoles y españolas y decirles qué ajustes presupuestarios piensa llevar a cabo.
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