La avaricia rompe el saco. Lo dice el refrán popular y lo hemos podido comprobar una vez más, este jueves pasado, con el incomprensible bloqueo a la formación de un gobierno de izquierdas por parte de Unidas Podemos.
Los ciudadanos y las ciudadanas de este país no comprenden ese curioso progresismo de Pablo Iglesias, que sólo ha servido para impedir que España tenga un gobierno de izquierdas que ponga en marcha las reformas que necesita nuestro país. Además, no quiero pasar por alto que estamos ante la segunda vez que el líder de los morados comete el mismo error, puesto que en 2016 ya impidió, con su cerrazón, que España tuviera un gobierno progresista.
El líder de Podemos tiene muy difícil explicar por qué ha actuado de este modo. Las excusas que estuvo utilizando durante los días de la negociación, en los que se quejaba de que la oferta del PSOE reducía a su partido a un mero adorno, se han caído todas, después de que hayamos sabido que el PSOE le llegó a ofrecer competencias en políticas sociales, sanidad, igualdad, agricultura, vivienda, ciencia o universidad. ¿De verdad el responsable de una formación de izquierdas considera que estas materias son menores?
De tanto tirar de la cuerda, Podemos la ha roto, pero los socialistas no nos damos por vencidos. Creemos honestamente que España se merece una oportunidad, que lo mejor que le puede pasar a este país es tener un gobierno progresista, que trabaje por una recuperación económica justa y por la conquista de nuevos derechos sociales y por eso vamos a seguir intentando que ese gobierno sea una realidad.
También la provincia de Almería merece que se conforme, cuanto antes, un nuevo gobierno de izquierdas que siga cosiendo la herida que dejó en nuestra tierra el gobierno de Rajoy. La enorme brecha que nos separó del resto de España a fuerza de no recibir las inversiones que nos correspondían ya se ha empezado a cerrar en el último año, gracias al empeño de Pedro Sánchez por tratar con justicia a nuestra tierra, lo que se ha traducido en avances en infraestructuras pendientes como el soterramiento de la línea del tren a su paso por la capital, el inicio de las obras del cambiador de ancho para unir a Almería con la alta velocidad o los 600 millones de euros en adjudicaciones para la línea de AVE.
A los socialistas nos preocupa España, somos gente responsable, y por eso vamos a intentar llegar a un acuerdo hasta el último día. Esperamos que el resto de fuerzas políticas estén a la altura, empezando, cómo no, por Podemos, pero siguiendo también por el Partido Popular y Ciudadanos, que no pueden seguir instalados en el no. Cuando uno no tiene una alternativa que ofrecer -y ni PP ni Cs la tienen-, no puede dedicarse a bloquear las instituciones. Por eso, por una cuestión de salud democrática, estaría bien que la derecha entrara en razón y dejara gobernar a los que, legítimamente, hemos ganado las elecciones.
Lo agradecerían incluso sus propios votantes, en especial los de Ciudadanos, que están asistiendo atónitos a la radicalización de su partido. Los representantes de Cs están demostrando, allí donde llegan, que no saben estar a la altura de las instituciones. Uno de los ejemplos más cercanos lo tenemos en la presidenta del Parlamento de Andalucía, la almeriense Marta Bosquet, que interviene en los debates parlamentarios como juez y parte, en una actuación impropia de su cargo.
Los perfiles más moderados de Ciudadanos están huyendo del partido, en un goteo de dimisiones que parece no tener fin y que me atrevo a aventurar que no lo tendrá mientras el partido naranja insista en seguir la estela de Santiago Abascal.
Los ciudadanos y las ciudadanas de este país no comprenden ese curioso progresismo de Pablo Iglesias, que sólo ha servido para impedir que España tenga un gobierno de izquierdas que ponga en marcha las reformas que necesita nuestro país. Además, no quiero pasar por alto que estamos ante la segunda vez que el líder de los morados comete el mismo error, puesto que en 2016 ya impidió, con su cerrazón, que España tuviera un gobierno progresista.
El líder de Podemos tiene muy difícil explicar por qué ha actuado de este modo. Las excusas que estuvo utilizando durante los días de la negociación, en los que se quejaba de que la oferta del PSOE reducía a su partido a un mero adorno, se han caído todas, después de que hayamos sabido que el PSOE le llegó a ofrecer competencias en políticas sociales, sanidad, igualdad, agricultura, vivienda, ciencia o universidad. ¿De verdad el responsable de una formación de izquierdas considera que estas materias son menores?
De tanto tirar de la cuerda, Podemos la ha roto, pero los socialistas no nos damos por vencidos. Creemos honestamente que España se merece una oportunidad, que lo mejor que le puede pasar a este país es tener un gobierno progresista, que trabaje por una recuperación económica justa y por la conquista de nuevos derechos sociales y por eso vamos a seguir intentando que ese gobierno sea una realidad.
También la provincia de Almería merece que se conforme, cuanto antes, un nuevo gobierno de izquierdas que siga cosiendo la herida que dejó en nuestra tierra el gobierno de Rajoy. La enorme brecha que nos separó del resto de España a fuerza de no recibir las inversiones que nos correspondían ya se ha empezado a cerrar en el último año, gracias al empeño de Pedro Sánchez por tratar con justicia a nuestra tierra, lo que se ha traducido en avances en infraestructuras pendientes como el soterramiento de la línea del tren a su paso por la capital, el inicio de las obras del cambiador de ancho para unir a Almería con la alta velocidad o los 600 millones de euros en adjudicaciones para la línea de AVE.
A los socialistas nos preocupa España, somos gente responsable, y por eso vamos a intentar llegar a un acuerdo hasta el último día. Esperamos que el resto de fuerzas políticas estén a la altura, empezando, cómo no, por Podemos, pero siguiendo también por el Partido Popular y Ciudadanos, que no pueden seguir instalados en el no. Cuando uno no tiene una alternativa que ofrecer -y ni PP ni Cs la tienen-, no puede dedicarse a bloquear las instituciones. Por eso, por una cuestión de salud democrática, estaría bien que la derecha entrara en razón y dejara gobernar a los que, legítimamente, hemos ganado las elecciones.
Lo agradecerían incluso sus propios votantes, en especial los de Ciudadanos, que están asistiendo atónitos a la radicalización de su partido. Los representantes de Cs están demostrando, allí donde llegan, que no saben estar a la altura de las instituciones. Uno de los ejemplos más cercanos lo tenemos en la presidenta del Parlamento de Andalucía, la almeriense Marta Bosquet, que interviene en los debates parlamentarios como juez y parte, en una actuación impropia de su cargo.
Los perfiles más moderados de Ciudadanos están huyendo del partido, en un goteo de dimisiones que parece no tener fin y que me atrevo a aventurar que no lo tendrá mientras el partido naranja insista en seguir la estela de Santiago Abascal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario