lunes, 5 de marzo de 2012

LA CRISIS COMO PRETEXTO



El Partido Popular está fomentando tal estado de desconcierto en la ciudadanía que la decepción comienza a estar a la altura de las expectativas que creó Mariano Rajoy. La desilusión va creciendo a medida que las decisiones del PP irrumpen en todos los aspectos de nuestra vida. No crea el lector que todo es economía, reajuste presupuestario y debilitamiento de los derechos laborales. No, la reforma es a la totalidad del sistema.
La recesión y el consiguiente desempleo, parece haber dado carta blanca a la derecha en el gobierno, jaleada por la gran patronal, para imponer nuevas reglas de juego en nuestra sociedad. El Partido Popular parece decidido a acabar con aquellos logros que han hecho de nuestro país un ejemplo de progreso y equilibrio social. Mientras la derecha es incapaz de frenar y reducir el desempleo, se empeña en borrar de un plumazo lo que entendemos, o entendíamos, por Estado del Bienestar.

De manera que ahora se nos anuncia un nuevo sistema de concesión de becas en el que no prima la falta de recursos de las familias para ayudar a los jóvenes a acceder a los estudios superiores. Sabemos, por otra parte, que se acabaron las oposiciones para reemplazar a los trabajadores públicos a los que llega la edad de la jubilación y cuando Andalucía decide no seguir esa orden injusta e insolidaria, el gobierno de Rajoy amenaza con represalias.

La Ley de Dependencia, una de las más justas, necesarias y solidarias de cuantas ha creado el PSOE, queda congelada. Cientos de miles de familias ven alterada su vida, más comprometida al perder el apoyo que suponía tener esa ayuda básica para atender a mayores o discapacitados severos que no pueden valerse por sí mismos. Se plantea también una reforma de la Ley de Salud sexual y reproductiva que regula la interrupción del embarazo porque la derecha, que no se atreve a ir más allá, quiere volver a los supuestos, limitando la libertad individual de cada mujer.

No está de más recordar ahora que el Partido Popular, con el señor Rajoy incluido, votó en su día en contra de la Ley de Igualdad como se ha opuesto, acudiendo al Tribunal Constitucional, a la Ley que permite el matrimonio civil entre personas del mismo sexo. De manera que no todo es economía, como ven.

Si muchos ciudadanos confiaron en el PP en noviembre pensando que podrían salir ganando en el cambio, a buen seguro que, por lo visto hasta ahora, se cuestionan si se sienten más libres, más apoyados por su gobierno y más seguros ante su futuro o si Rajoy quiere hacernos comulgar con ruedas de molino, imponiéndonos unos valores decimonónicos.

Entre tanto, el señor Arenas, al que cualquier empresa hubiera despedido hace años por ser incapaz de alcanzar los objetivos, se dedica en estos días a prodigar ejercicios de cinismo político trufados de promesas y compromisos que se llevará el viento. Todo su afán es servir Andalucía en bandeja a su jefe de filas y de ahí, cabe suponer, aspirar a puestos de importancia en el Estado. Muy al contrario de lo que nos dice la trayectoria política de Pepe Griñán, consagrado a Andalucía y sin otras pretensiones que protegerla de los hachazos ideológicos de una derecha moralista y cicatera.

El PSOE volverá a someterse al escrutinio de los andaluces el próximo día 25. Y lo hará orgulloso de los logros impulsados, el desarrollo económico y social alcanzado y la conciencia de que lo mucho que queda por avanzar se conseguirá si avanzamos todos, si cada andaluz se siente seguro en sus derechos e iniciativas.

España se recuperará, lo ha hecho otras veces, y volveremos a épocas mejores. Lo que ninguno de nosotros quiere, y los socialistas lo impediremos, es que en el camino hayamos perdido nuestra libertad y nuestros derechos.

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