lunes, 8 de octubre de 2012

Solidaridad en la catástrofe


Cuesta trabajo recuperarse cuando se ha perdido todo, la casa, los muebles, los recuerdos… pero el dolor es infinito cuando, además, se pierde a un familiar. Eso sí resulta irreparable y tiene difícil consuelo. Ese drama y muchos otros nos acompañaron el pasado sábado al presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, y a los que, junto a él, visitamos las zonas más afectadas por las fuertes precipitaciones que se registraron en el Levante almeriense y que provocaron una catástrofe sin paliativos. En muy pocas horas, y esto es lo más llamativo, el agua se llevó por delante todo lo que encontró. La riada fue de tales proporciones, la lluvia caída fue tan descomunal y en tan poco tiempo, que muchos municipios sucumbieron a la inundación sin apenas tiempo de reacción.


Y esto fue lo que nos encontramos en las caras, en los ojos de centenares de ciudadanos que no salían de su asombro por lo ocurrido. Y es tremenda la sensación que queda tras un acontecimiento como este y la impotencia que sentimos junto a las víctimas en ese momento. En ese trance, sin embargo, también comprobamos como la solidaridad, el esfuerzo común y el trabajo de decenas de voluntarios; de técnicos de todas las administraciones; de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; de los servicios de emergencias, era ampliamente reconocido por las personas más afectadas, a las que se les dispensó la ayuda necesaria en unos momentos de total abatimiento.

El verano, con los devastadores incendios, y el otoño con las inundaciones han puesto a prueba la capacidad y el sacrificio por los demás de muchos almerienses. De muchos ciudadanos, profesionales y no profesionales, que han vuelto a dar la talla de manera sobresaliente. Ahora, nos queda por delante un enorme trabajo para intentar recomponer la normalidad en la zona. Volver a levantar las infraestructuras que han sido dañadas, arbitrar ayudas rápidas para las familias que han sufrido daños en sus viviendas y en explotaciones agrarias o ganaderas, debe de ser el objetivo prioritario en este momento. También debe de ser el tiempo de la solidaridad, puesto que pasarán aún un tiempo antes de que muchas personas puedan ordenar sus vidas y sus emociones. Y a esas debemos de estar todos y todas, arrimando el hombro en la medida de nuestras posibilidades y tendiendo la mano a los más necesitados. Catástrofes como ésta tienen una gran repercusión y un impacto mediático tremendo pero en poco tiempo terminan desapareciendo de las primeras páginas. Sin embargo, la sociedad no se puede olvidar ni un solo momento de los que ya no aparecerán en las fotografías o en televisión pero que seguirán sufriendo durante un tiempo – ojalá que entre todos lo acortemos al máximo- las consecuencias de este brutal temporal de lluvias.

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