Solar donde debería estar construyéndose el Hospital de Roquetas de Mar
Si algo resume mejor que ninguna otra cosa lo que han supuesto para Almería estos dos años de gobierno de las derechas en Andalucía, es el cierre del hospital de la Cruz Roja. Esta decisión ejemplifica la manera de proceder de Moreno Bonilla, de un presidente que lo ha fiado todo al autobombo, en la idea de que las grandes cantidades de dinero que dedica a ese fin pueden ocultar su nefasta gestión y hasta el castigo que ha infligido a nuestra provincia desde que se aupara, tras pactar con los herederos del franquismo, a la presidencia del Gobierno andaluz.
Más allá de concluir las obras que el anterior gobierno socialista había dejado prácticamente finalizadas, como es el caso del hospital Materno Infantil, o de continuar con los trabajos de construcción del centro de salud de la Casa del Mar –por mucho que el PP se resista a reconocer esa realidad– lo cierto es que el Gobierno de Moreno Bonilla, más que sumar, lo que ha hecho ha sido restar. Al comentado cierre del Hospital de la Cruz Roja se unió, hace ahora casi un año, la decisión de rescindir el contrato del nuevo edificio de consultas externas de Torrecárdenas, cuya inversión de más de 10 millones de euros iba a significar un salto cualitativo y cuantitativo en la atención especializada de todo tipo de patologías.
Con todo, estos no son los únicos reproches que en materia sanitaria se le pueden hacer al gobierno de las derechas en Andalucía. En este tiempo, actuaciones tan necesarias como la construcción del hospital de Roquetas de Mar han quedado aparcadas de manera vergonzosa de la mano de Moreno Bonilla y Gabriel Amat: tanto monta, monta tanto. Ni un euro ha puesto la Junta para mejorar las urgencias de Roquetas de Mar o Aguadulce y tampoco para ampliar el hospital de Poniente en El Ejido. Es más, en medio de ese menosprecio a nuestra provincia, los profesionales sanitarios han tenido que sufrir el caos organizativo de un gobierno como el de PP y Ciudadanos, más preocupado por derivar pacientes a mansalva a la privada que por garantizar una asistencia adecuada en la pública.
En materia educativa está todo dicho cuando se observa que el Gobierno andaluz ha puesto en estos dos años más delegados provinciales que ladrillos en los colegios. No ha impulsado ni un solo colegio que no viniera de la anterior etapa del gobierno de Susana Díaz y las ratios se han disparado en localidades como El Ejido, pandemia mediante.
El ‘marketing’ y el populismo de saldo del Gobierno andaluz le ha llevado incluso a señalar como un logro que se continúe con las obras del penúltimo tramo de la autovía del Almanzora, que licitó el gobierno socialista, pero sus representantes callan cuando se les recuerda que Moreno Bonilla prometió adjudicar el último tramo en el primer mes al frente del Gobierno andaluz. Ya han pasado dos años.
Por lo demás, en este tiempo hemos visto de todo: presupuestos en los que las obras se copian y pegan de un año para otro, pero no se ejecutan, líneas de ayudas para modernizar invernaderos que se quieren pasar por nuevas cuando la realidad es que fueron puestas en marcha por el anterior equipo socialista en la Consejería de Agricultura, o edificios judiciales, como el de Huércal-Overa, que de la noche a la mañana fue eliminado de los presupuestos de 2020; así, sin más, de forma tan apresurada como lo de los correos que el pasado verano había que enviar para conseguir un contrato como vigilante de la playa sin que pareciera que aquello pudiera estar amañado. Impresiona comprobar lo que para sus cosas les han cundido a las derechas estos dos años de gobierno en Andalucía, lo nunca visto.
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