domingo, 10 de febrero de 2013

Salvo alguna cosa...


“Cantidades ridículas” y “salvo alguna cosa”, han sido dos de las expresiones que más me han indignado, entre las muchas páginas de periódicos que he leído o declaraciones que he escuchado sobre el manejo, que dirigido por Bárcenas, se ha puesto ante los ojos atónitos de los españoles. Ciudadanos que siempre pensaron que algo podía haber, que algo se intuía o que algo habían oído que decía algún conocido de algún empresario que daba dinero a los políticos a cambio de favores.


Curiosamente una de estas dos expresiones, " todo es falso, salvo alguna cosa", procede de un político - por cierto, no cualquier político - el presidente del Gobierno de España, el Sr. Mariano Rajoy ni más ni menos, y la otra expresión, " lo que se dice que le han dado al PP son cantidades ridículas ", son palabras de un empresario - no de cualquier empresario - si no del presidente de los empresarios de España. Sí, el Sr. Rosell, el mismo que ahora dice que es mejor ponerles un subsidio a los funcionarios a que estén consumiendo papel y teléfono o que se dispongan mini trabajos para los jóvenes con sueldos por debajo del convenio. Tela.

Una persona honesta de derechas, político o empresario, es igual que una persona honesta de izquierdas. No hay duda sobre esto. Ahora bien, una persona, político o empresario, deshonesta o choriza, lo es también en uno y en otro caso, sea de derechas o de izquierdas; y me da igual que sean cantidades mayores o menores, en alguna ocasión o en todas. Un empresario es corrupto si entrega una o más veces dinero a cambio de favores, al igual que un político es corrupto si recibe dinero, en especie o metálico, una o más veces, a cambio de favores. Ambos son corruptos y no merecen ni ser llamados políticos ni empresarios, sino chorizos o corruptos.

Por eso, que el presidente de los empresarios, el Sr. Rosell, diga que las cantidades entregadas son ridículas o que Rajoy afirme que todo lo de Bárcenas es falso, salvo algunas cosas… dice mucho de uno y de otro y me recuerdan a otra gran protagonista de la semana, a la directora de la Agencia Tributaria, que reconocía no saber lo que había dicho – “ahora me sacarán cualquier barbaridad” admitía- a las preguntas de los periodistas sobre Bárcenas. La delató un micrófono abierto tras la rueda de prensa. En el caso de Rajoy y Rosell la contundencia de sus palabras no admite dudas, equivocaciones o que se les mal interprete. Saben de lo que hablan perfectamente.

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