Los avances sociales se consiguen gota a gota, pero a veces llegan olas de cambio y es lo que creo que ha sucedido esta semana, con la celebración del Día internacional de las Mujeres. Los paros de dos horas por turno convocados por las organizaciones sindicales como forma de protesta han sido una herramienta novedosa para hacer visibles las profundas desigualdades de género que siguen instaladas en nuestra sociedad. También han contribuido al éxito de la jornada las multitudinarias manifestaciones celebradas por todo el país y también en Almería, un acto en el que, por cierto, no quisieron estar los representantes del Partido Popular porque probablemente nunca han creído en la igualdad.
Esta semana se ha hablado más que nunca de la discriminación laboral que sufren las mujeres. En los periódicos, en las televisiones, en internet, se nos ha recordado que, a igual trabajo, la mitad de los ciudadanos de este país cobra un 23% menos que la otra mitad sólo por ser mujer. Hemos sabido que las mujeres soportan tasas de paro más altas, que son ellas las que ocupan el 74% de los trabajos a tiempo parcial y que son también ellas las que se cogen el 90% de los permisos para cuidados familiares. Y, aunque sólo haya sido por haber llenado minutos de informativos y conversaciones con estos mensajes, ya podría decirse que el Día de las Mujeres de 2018 ha sido un éxito.
El paro y la precariedad laboral siguen siendo mayoritariamente femeninos, y lo son aún más desde que Mariano Rajoy se instaló en La Moncloa. La reforma laboral que aprobó el Gobierno del PP en la pasada Legislatura sólo sirvió para precarizar el mercado de trabajo y dejar desprotegidos a los trabajadores más vulnerables, que son, en su mayoría, mujeres. Basta recordar que fue Rajoy el que decidió que los cuidadores de familiares dependientes ya no iban a tener bonificadas las cotizaciones a la Seguridad Social, dejando, con ello, sin posibilidad de acceder a una pensión digna a miles de mujeres que no pueden trabajar fuera de casa porque tienen a su cuidado a un familiar dependiente. Sólo en nuestra provincia esta decisión afectó a unas 5.000 mujeres.
En un contexto como éste, se hace más necesaria que nunca la lucha por la igualdad y la sociedad está respondiendo. Los delantales colgados en los balcones como símbolo de la huelga de cuidados han sido la muestra de esa democratización del feminismo. Y, afortunadamente, hay instituciones que se han situado del lado de las mujeres en este largo camino.
Mientras que algunas mujeres del PP ridiculizaban los paros convocados para el jueves animando a hacer una huelga a la japonesa, la presidenta de la Junta de Andalucía sí paró. Y no lo hizo como un simple gesto. Desde que Susana Díaz llegó a la presidencia de la Junta, la administración andaluza ha destinado dos tercios de su presupuesto a programas que priorizan la igualdad entre mujeres y hombres, aprobando iniciativas pioneras en coeducación, políticas activas de empleo para mujeres, promoción de la conciliación y la corresponsabilidad, impulso de la atención a la dependencia, escuelas infantiles, fomento del emprendimiento femenino en el mundo rural y atención integral a las mujeres.
Además, esta misma semana se aprobaba la reforma de la Ley andaluza de Igualdad de Género, que permitirá a la Junta sancionar situaciones de discriminación.
La igualdad es una seña de identidad del PSOE, que no concibe una sociedad democrática y justa sin que haya una igualdad real. Esta convicción, junto al empuje de las mujeres y hombres que luchan cada día por la igualdad, permite tener grandes esperanzas en la sociedad que está por venir.
Esta semana se ha hablado más que nunca de la discriminación laboral que sufren las mujeres. En los periódicos, en las televisiones, en internet, se nos ha recordado que, a igual trabajo, la mitad de los ciudadanos de este país cobra un 23% menos que la otra mitad sólo por ser mujer. Hemos sabido que las mujeres soportan tasas de paro más altas, que son ellas las que ocupan el 74% de los trabajos a tiempo parcial y que son también ellas las que se cogen el 90% de los permisos para cuidados familiares. Y, aunque sólo haya sido por haber llenado minutos de informativos y conversaciones con estos mensajes, ya podría decirse que el Día de las Mujeres de 2018 ha sido un éxito.
El paro y la precariedad laboral siguen siendo mayoritariamente femeninos, y lo son aún más desde que Mariano Rajoy se instaló en La Moncloa. La reforma laboral que aprobó el Gobierno del PP en la pasada Legislatura sólo sirvió para precarizar el mercado de trabajo y dejar desprotegidos a los trabajadores más vulnerables, que son, en su mayoría, mujeres. Basta recordar que fue Rajoy el que decidió que los cuidadores de familiares dependientes ya no iban a tener bonificadas las cotizaciones a la Seguridad Social, dejando, con ello, sin posibilidad de acceder a una pensión digna a miles de mujeres que no pueden trabajar fuera de casa porque tienen a su cuidado a un familiar dependiente. Sólo en nuestra provincia esta decisión afectó a unas 5.000 mujeres.
En un contexto como éste, se hace más necesaria que nunca la lucha por la igualdad y la sociedad está respondiendo. Los delantales colgados en los balcones como símbolo de la huelga de cuidados han sido la muestra de esa democratización del feminismo. Y, afortunadamente, hay instituciones que se han situado del lado de las mujeres en este largo camino.
Mientras que algunas mujeres del PP ridiculizaban los paros convocados para el jueves animando a hacer una huelga a la japonesa, la presidenta de la Junta de Andalucía sí paró. Y no lo hizo como un simple gesto. Desde que Susana Díaz llegó a la presidencia de la Junta, la administración andaluza ha destinado dos tercios de su presupuesto a programas que priorizan la igualdad entre mujeres y hombres, aprobando iniciativas pioneras en coeducación, políticas activas de empleo para mujeres, promoción de la conciliación y la corresponsabilidad, impulso de la atención a la dependencia, escuelas infantiles, fomento del emprendimiento femenino en el mundo rural y atención integral a las mujeres.
Además, esta misma semana se aprobaba la reforma de la Ley andaluza de Igualdad de Género, que permitirá a la Junta sancionar situaciones de discriminación.
La igualdad es una seña de identidad del PSOE, que no concibe una sociedad democrática y justa sin que haya una igualdad real. Esta convicción, junto al empuje de las mujeres y hombres que luchan cada día por la igualdad, permite tener grandes esperanzas en la sociedad que está por venir.
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