Después de seis años de mal gobierno, al Partido Popular le empiezan a crecer las protestas ciudadanas. Si la semana pasada fueron las mujeres las que se echaron a la calle, cansadas de que el PP recorte en igualdad, hoy les toca el turno a los pensionistas. En realidad, nuestros mayores no irán solos a las manifestaciones: junto a ellos, hoy también estaremos detrás de las pancartas sus hijos y sus nietos, por una cuestión de solidaridad pero además porque las pensiones dignas que están en peligro no son sólo las de hoy, sino también las del futuro.
El Partido Popular ha realizado una nefasta gestión de las pensiones desde que llegó a La Moncloa en 2011. Con Rajoy en el gobierno, nuestros pensionistas han perdido poder adquisitivo año tras año. Por aportar sólo un dato, en los dos últimos ejercicios, 2016 y 2017, cuando el Ejecutivo ya afirmaba que la crisis había quedado atrás, Rajoy aprobó para las pensiones una pírrica subida de 1 euro que ni de lejos sirvió para compensar el crecimiento de los precios.
Con el PP, nuestros pensionistas se han hecho más pobres cada año. Ante esa realidad, resulta más que obscena la apreciación que realizó recientemente el diputado del PP de Almería Rafael Hernando, cuando mantuvo que “el saldo” para los pensionistas podía considerarse “positivo si se compara con otros sectores que han sufrido de forma más intensa la crisis”. Ante esta vergonzosa afirmación, cabe preguntarse si el PP está promoviendo una competición de damnificados por la crisis o es que, acaso, no es consciente de que esos pensionistas que, según él, han estado prácticamente a salvo de la hecatombe han tenido que estirar su pensión para darles de comer con ella también a sus hijos y sus nietos.
Igual de lamentable que esta afirmación de Rafael Hernando ha sido el paso, esta semana, del presidente del Gobierno por el debate sobre las pensiones que se celebró en el Congreso de los Diputados. Allí, Mariano Rajoy hizo de Mariano Rajoy: acudió, aguantó el chaparrón y se marchó sin plantear ninguna propuesta seria.
Las pensiones son uno de los pilares del estado de bienestar y no podemos dejar que se derrumbe. Para ello, hay que actuar en un doble sentido: hay que garantizar que los pensionistas actuales no se empobrezcan cada año y, por otra parte, hay que mirar a medio y largo plazo y buscar la manera de que las generaciones que hoy están cotizando a la Seguridad Social puedan disfrutar de este derecho cuando les llegue el momento.
Desde el PSOE, mantenemos que las pensiones deben subir cada año, al menos, en la misma medida en que lo hacen los precios. Y, de cara al futuro, también hay que adoptar medidas urgentes de reequilibrio presupuestario de la Seguridad Social.
El problema no es sólo que Rajoy se haya pulido una hucha de las pensiones que tenía 67.000 millones de euros cuando Zapatero se la entregó. El problema es que el PP no tiene ningún plan para arreglar el desequilibrio del sistema. Su idea, por lo visto, pasa por seguir pidiendo préstamos, como ya hizo el año pasado.
El sistema de la Seguridad Social necesita ingresos suficientes para que las pensiones no desaparezcan y, por lo tanto, buscar la manera de tener esos ingresos debería ser una tarea prioritaria para cualquier gobierno que se diga serio. Lo que no es de recibo es que el Gobierno de Rajoy se niegue a escuchar las propuestas de la oposición y siga haciendo como que no pasa nada.
El Partido Popular ha realizado una nefasta gestión de las pensiones desde que llegó a La Moncloa en 2011. Con Rajoy en el gobierno, nuestros pensionistas han perdido poder adquisitivo año tras año. Por aportar sólo un dato, en los dos últimos ejercicios, 2016 y 2017, cuando el Ejecutivo ya afirmaba que la crisis había quedado atrás, Rajoy aprobó para las pensiones una pírrica subida de 1 euro que ni de lejos sirvió para compensar el crecimiento de los precios.
Con el PP, nuestros pensionistas se han hecho más pobres cada año. Ante esa realidad, resulta más que obscena la apreciación que realizó recientemente el diputado del PP de Almería Rafael Hernando, cuando mantuvo que “el saldo” para los pensionistas podía considerarse “positivo si se compara con otros sectores que han sufrido de forma más intensa la crisis”. Ante esta vergonzosa afirmación, cabe preguntarse si el PP está promoviendo una competición de damnificados por la crisis o es que, acaso, no es consciente de que esos pensionistas que, según él, han estado prácticamente a salvo de la hecatombe han tenido que estirar su pensión para darles de comer con ella también a sus hijos y sus nietos.
Igual de lamentable que esta afirmación de Rafael Hernando ha sido el paso, esta semana, del presidente del Gobierno por el debate sobre las pensiones que se celebró en el Congreso de los Diputados. Allí, Mariano Rajoy hizo de Mariano Rajoy: acudió, aguantó el chaparrón y se marchó sin plantear ninguna propuesta seria.
Las pensiones son uno de los pilares del estado de bienestar y no podemos dejar que se derrumbe. Para ello, hay que actuar en un doble sentido: hay que garantizar que los pensionistas actuales no se empobrezcan cada año y, por otra parte, hay que mirar a medio y largo plazo y buscar la manera de que las generaciones que hoy están cotizando a la Seguridad Social puedan disfrutar de este derecho cuando les llegue el momento.
Desde el PSOE, mantenemos que las pensiones deben subir cada año, al menos, en la misma medida en que lo hacen los precios. Y, de cara al futuro, también hay que adoptar medidas urgentes de reequilibrio presupuestario de la Seguridad Social.
El problema no es sólo que Rajoy se haya pulido una hucha de las pensiones que tenía 67.000 millones de euros cuando Zapatero se la entregó. El problema es que el PP no tiene ningún plan para arreglar el desequilibrio del sistema. Su idea, por lo visto, pasa por seguir pidiendo préstamos, como ya hizo el año pasado.
El sistema de la Seguridad Social necesita ingresos suficientes para que las pensiones no desaparezcan y, por lo tanto, buscar la manera de tener esos ingresos debería ser una tarea prioritaria para cualquier gobierno que se diga serio. Lo que no es de recibo es que el Gobierno de Rajoy se niegue a escuchar las propuestas de la oposición y siga haciendo como que no pasa nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario