El Gobierno de Rajoy está colocando fuera de nuestro país la idea de que España ha hecho todo lo que estaba en su mano para estabilizar la economía con el objetivo, creo yo, de animar a Bruselas a dar un paso al frente, cuestión que parece razonable. Otra cosa es que lo que pueda ser una estrategia que funcione de cara al exterior se pueda utilizar para consumo interno, que el argumento no suene a boxeador noqueado que arroja la toalla y que cunda la desilusión generalizada.
La premeditada actitud del Gobierno de Rajoy, también de su presidente, ahondando cada día más en la desesperanza de la sociedad, da que pensar. Lo de no ofrecer ni un solo respiro a los ciudadanos, ni una sola concesión al optimismo, sume en la más absoluta depresión a los que aún tenían algo de fe en la “era Rajoy” reconvertida ahora en el paradigma de la desconfianza, justo lo contrario de lo que los dirigentes populares proclamaban ante los nuevos tiempos que se avecinaban con su sola victoria en las urnas. “La buena nueva” de los avanzados querubines del PP – Aguirre, Cospedal, Fabra, etc. – se ha quedado al descubierto a la menor de cambio, transformándose en muy pocos meses en la “mala nueva” para la inmensa mayoría de los ciudadanos.
A pesar del calor de estos días, el frío calculado que llega desde el Gobierno nos hace tiritar sin consuelo, sin solución de continuidad. Como los cocodrilos, los altos cargos del Gobierno de Rajoy se dan codazos por dar pena para conseguir la compasión de la sociedad. “Lloran”, como Rajoy en una inusitada comparecencia en su gira por América Latina pidiendo unos pocos euros al mes para el copago farmacéutico, para mitigar el rechazo de los ciudadanos ante semejantes atropellos. Por eso, el propio Rajoy se excusa y se exculpa de todo admitiendo que toma medidas que no le gustan y que entiende que no le gusten a los ciudadanos.
Puesta la venda, vamos ahora con la herida, debe de pensar el gobierno del Partido Popular que ha reconocido ante la Unión Europea, a través del programa de estabilidad 2012-2015 remitido por Rajoy a Bruselas, que será incapaz de crear en España ni un solo empleo neto en cuatro años. La asunción de esta realidad supone en definitiva que el PP ya contempla que dejará España, al final de esta legislatura, con muchos más parados de los que se encontró y que su Reforma Laboral sólo traerá más paro.
¿A qué está esperando Rajoy para cambiarla y para tomar medidas que estimulen el empleo? ¿Por qué se ha cruzado de brazos ante el problema que más agobia a los españoles? Basta ya de afrontar la crisis como si fuera un problema de déficit, cuando el principal problema es el paro. Ni uno solo de la veintena de decretos ley aprobados por el Gobierno de Mariano Rajoy sirve para impulsar la economía y el empleo.
Ante este panorama, el Ejecutivo del Partido Popular debe de dar un paso adelante, asumir sus errores y rectificar las duras decisiones que ha tomado contra todo y contra todos en estos pocos meses de gobierno. Debe de retomar la senda del diálogo y del consenso para poder salir de esta crisis sin dejar a nadie por el camino. Y sobre todo debe de generar confianza y esperanza a los españoles, antes que a los famosos mercados, puesto que este país ha dado signos inequívocos de una gran madurez.
De nada sirven las “lágrimas de cocodrilo” que derraman los dirigentes del PP y las insinuaciones diarias de lo mal que estamos. Esto, perdone que le diga, Sr. Rajoy, ya lo saben todos los ciudadanos. Son plenamente conscientes de ello porque están sufriendo en primera persona sus injustas medidas y recortes, e insistir en lo mismo desde que amanece hasta que se pone el Sol solo nos conduce a la melancolía y a la cansina “llorera” de su Gobierno.
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