La decisión de Javier Arenas de no aspirar a la reelección como presidente del PP-A prácticamente no ha sorprendido a nadie, era un secreto a voces. Con su decisión da muestras sobradas de haber entendido y leído muy bien el resultado de las elecciones andaluzas. El eterno aspirante a la Presidencia de la Junta de Andalucía será recordado por su empeño en llegar a esa meta, incansable pese a los múltiples reveses electorales que ha sufrido en Andalucía. También por nadar y nadar entre lodazales –extendiendo la sombra de la corrupción más allá de lo que señalan los jueces - para nunca llegar a la orilla de la razón y el sentido común, o por su dejadez para defender siempre por encima de todo y de todos los intereses de los andaluces. Su equivocada estrategia, copiada de su mentor, José María Aznar, ha terminado por precipitar la finalización de su carrera política en Andalucía.
Hay que reconocerle, no obstante, a Arenas esa capacidad de paciencia y perseverancia que ha demostrado a lo largo de este tiempo, algo impensable en otra persona que hubiera tenido un poquito menos de soberbia y algo más de humildad. Porque así lo han visto la mayoría de los andaluces y andaluzas a lo largo de este tiempo en el que uno tras otro, una tras otra, le han colgado el cartel de “señorito” para calificar al político que veían tan alejado de la sociedad andaluza y de sus problemas. Precisamente, la dificultad por encontrar su sitio en nuestra Comunidad, le llevó a presentarse en dos citas electorales autonómicas como candidato por la provincia de Almería, al entender que en nuestra tierra se le daría lo que en otros lugares se le había negado: el cariño y la confianza de los votantes. Esta decisión también habría de pasarle factura porque el 25 de marzo los almerienses comenzaron a darle la espalda al PP y por extensión al candidato, en el convencimiento de que la derecha finiquitaría los avances sociales, las esperanzas, los sueños a los que tenemos derecho todos los ciudadanos, también los de esta provincia, a pesar de que algunos líderes locales se empeñen en destrozarlos por su falta de ambición y coraje en un proyecto de futuro para esta tierra.
En cualquier caso, los socialistas queremos desearle en lo personal lo mejor a Javier Arenas pero también esperamos que su marcha de la política andaluza abra una nueva etapa con una oposición más leal y constructiva, dispuesta a tender puentes hacia el Gobierno andaluz y a construir con una mano tendida, en lugar de intentar destruir continuamente todo lo que se plantea desde el Ejecutivo sin ofrecer ni una sola propuesta a cambio. Este modelo de oposición es el que el PP debería de ir pensando en modificar en una situación económica tan difícil como la que estamos atravesando. Andalucía, los andaluces necesitan una oposición dialogante, con altura de miras, que ofrezca lealtad y ponga sobre la mesa iniciativas que redunden en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Para concluir, confío en que Javier Arenas defienda a Andalucía allí donde esté, algo que como andaluz debe ser la principal ocupación de un dirigente político que ahora va a buscar nuevos destinos en la capital de España. Se intuye, está en el aire, hacia dónde caminan las aspiraciones del hasta ahora líder de los populares andaluces. De hecho, algunos compañeros suyos ya le están preparando la alfombra azul para su desembarco en Madrid. Si es así, como decía la canción, de verdad, que le vaya bonito. Ojalá tengamos con su marcha un Ministro en Madrid por ALMERÍA para que haga algo que sea bueno para nuestra provincia que falta nos hace, visto el sometimiento de los parlamentarios populares en Madrid. Allí tiene la oportunidad de demostrar lo mucho que quiere a esta tierra. Hechos son amores.
Hay que reconocerle, no obstante, a Arenas esa capacidad de paciencia y perseverancia que ha demostrado a lo largo de este tiempo, algo impensable en otra persona que hubiera tenido un poquito menos de soberbia y algo más de humildad. Porque así lo han visto la mayoría de los andaluces y andaluzas a lo largo de este tiempo en el que uno tras otro, una tras otra, le han colgado el cartel de “señorito” para calificar al político que veían tan alejado de la sociedad andaluza y de sus problemas. Precisamente, la dificultad por encontrar su sitio en nuestra Comunidad, le llevó a presentarse en dos citas electorales autonómicas como candidato por la provincia de Almería, al entender que en nuestra tierra se le daría lo que en otros lugares se le había negado: el cariño y la confianza de los votantes. Esta decisión también habría de pasarle factura porque el 25 de marzo los almerienses comenzaron a darle la espalda al PP y por extensión al candidato, en el convencimiento de que la derecha finiquitaría los avances sociales, las esperanzas, los sueños a los que tenemos derecho todos los ciudadanos, también los de esta provincia, a pesar de que algunos líderes locales se empeñen en destrozarlos por su falta de ambición y coraje en un proyecto de futuro para esta tierra.
En cualquier caso, los socialistas queremos desearle en lo personal lo mejor a Javier Arenas pero también esperamos que su marcha de la política andaluza abra una nueva etapa con una oposición más leal y constructiva, dispuesta a tender puentes hacia el Gobierno andaluz y a construir con una mano tendida, en lugar de intentar destruir continuamente todo lo que se plantea desde el Ejecutivo sin ofrecer ni una sola propuesta a cambio. Este modelo de oposición es el que el PP debería de ir pensando en modificar en una situación económica tan difícil como la que estamos atravesando. Andalucía, los andaluces necesitan una oposición dialogante, con altura de miras, que ofrezca lealtad y ponga sobre la mesa iniciativas que redunden en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Para concluir, confío en que Javier Arenas defienda a Andalucía allí donde esté, algo que como andaluz debe ser la principal ocupación de un dirigente político que ahora va a buscar nuevos destinos en la capital de España. Se intuye, está en el aire, hacia dónde caminan las aspiraciones del hasta ahora líder de los populares andaluces. De hecho, algunos compañeros suyos ya le están preparando la alfombra azul para su desembarco en Madrid. Si es así, como decía la canción, de verdad, que le vaya bonito. Ojalá tengamos con su marcha un Ministro en Madrid por ALMERÍA para que haga algo que sea bueno para nuestra provincia que falta nos hace, visto el sometimiento de los parlamentarios populares en Madrid. Allí tiene la oportunidad de demostrar lo mucho que quiere a esta tierra. Hechos son amores.
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