La última organización secesionista armada de Europa, como definía a ETA The Times en su portada del viernes, ha sido vencida por los ciudadanos demócratas y el Estado de Derecho que nos protege. La historia que a partir de hoy se escriba recogerá la lucha constante de una sociedad pacífica contra una violencia que tantas vidas y tanta libertad perdida ha dejado en el camino.
Se entiende perfectamente la incomprensión de parte de las víctimas ante una declaración cuyo lenguaje me parece impresentable. Desde ese punto de partida, lo que ahora importa es el inicio de un nuevo tiempo que va a exigirnos la misma unidad, el mismo objetivo común que los demócratas hemos tenido durante décadas, erradicar de nuestras vidas las amenazas, la agresión cruel, la extorsión.
Ha ganado el Estado de Derecho con las herramientas que le corresponden: la Justicia, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, la acción política, dentro y fuera de nuestras fronteras y, condición indispensable, la unidad de la sociedad española. Todo ello y no otra cosa, nos ha llevado al momento en que hoy estamos. Que sean las hemerotecas las que den fe de los intentos de utilización partidista de la lucha contra el terrorismo, de las insidias que hasta hace días tenían hueco en determinados medios.
Aseguró el jueves el presidente Zapatero que “la nuestra será una Democracia sin terrorismo pero no una Democracia sin memoria”, la que nos habla de casi un millar de ciudadanos asesinados, de cientos de heridos, de daños en el tejido económico y productivo. Y lo han dicho alto y claro quienes tenían que hacerlo: ETA no ha conseguido ni uno sólo de sus objetivos, no ha satisfecho ninguna de sus exigencias.
Y añado yo que tampoco se ha satisfecho la de quienes deseamos que se disuelvan, entreguen las armas y reconozcan tanto mal como han causado. Estoy convencido de que eso también llegará.
A menos de un mes de las elecciones generales, el futuro gobierno de la Nación tendrá que seguir trabajando por la normalización política y social en cada rincón de nuestro territorio. Va a ser este el primer proceso electoral en décadas que pueda celebrarse sin la sombra de los terroristas, sin el temor a un atentado de ETA.
El nuevo Presidente que salga de ese proceso necesitará el respaldo y la colaboración de las fuerzas políticas democráticas, un compromiso unitario para fijar esa hoja de ruta. Si hemos sido capaces de realizar una transición democrática ejemplar, dotarnos de una Constitución y derrotar al terrorismo, lo seremos igualmente de seguir avanzando hacia una sociedad más libre y plural, una sociedad que conserve la memoria y reconozca a tantos y tantos ciudadanos y ciudadanas que, desgraciadamente, no han podido llegar a ver este momento tan deseado por todos.
A partir de ahora y aunque hay quien de forma mezquina, se niega a reconocerlo, se abre una nueva etapa para la sociedad española, en lo referente al derecho constitucional, que todos tenemos a la libertad y seguridad. Es el momento de aparcar rencores, de mirar al futuro y de ser tolerantes, siempre guardando en la memoria el horror que hemos vivido, en especial las familias a las que les ha tocado de lleno. Porque con esta mezcla de recuerdos y esperanzas, es como saldremos definitivamente de esta pesadilla, para no volver jamás.
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