lunes, 17 de octubre de 2011

Obras son amores


A cinco semanas de unas elecciones generales resulta oportuno hacer un ejercicio de memoria para tener presente lo que ha hecho o dejado de hacer el gobierno saliente. Y lo voy a hacer centrándome en nuestra provincia, que se ha beneficiado no sólo de las políticas generales puestas en marcha por la administración Zapatero sino de los obras, inversiones y decisiones que han servido para mejorar  la calidad de vida de los almerienses y de cuantos han decidido vivir, trabajar o invertir aquí.

Para hacer eso posible han sido necesarias dos cosas: dinero y voluntad política. El primero es siempre insuficiente y la segunda nunca ha faltado en los gobiernos socialistas. Hay que tener presente que en estos siete años y medio, nuestra Diputación y nuestros ayuntamientos han tenido y tienen gobiernos locales de diferente signo. La filiación política de cada uno de ellos ha sido irrelevante a la hora de invertir. Por el contrario, cuando en Madrid ha gobernado la derecha y en Almería la izquierda ya sabemos lo que pasó: no se cedían carreteras del Estado,  el tren de alta velocidad era algo que tenían otros o escaseaba el agua para riego y consumo. Y así podría continuar con otros ejemplos.



El pasado viernes tuve ocasión, junto a nuestros candidatos Juan Carlos Pérez Navas y Consuelo Rumí, de poner sobre la mesa de la opinión pública un resumen sobre cómo se ha ido transformando Almería en estos casi ocho años. Que digan nuestros regantes, nuestras empresas, nuestros vecinos de cualquier comarca, si les falta agua. Que alguien niegue que la Alta Velocidad es una realidad en marcha o cómo están ahora los accesos a la capital, que se pongan en duda la mejora y embellecimiento de nuestros pueblos a través de los dos Planes E que diseñaron y pusieron en marcha sucesivos gobiernos del PSOE.

Y no menos importantes son actuaciones como las mejoras del aeropuerto y de los puertos, de los accesos a la Universidad, el avión a Sevilla, los nuevos paseos marítimos, las plantas desaladoras, las redes de regadío o la rehabilitación de nuestro patrimonio cultural a través del 1% cultural del ministerio de Fomento. Es mucho lo logrado y mucho más lo que queda por hacer.

Detrás de todo esto, de los proyectos, del dinero y de las obras,  lo que hay es una clara voluntad de transformar nuestra realidad. Para eso sirve la política, para hacer sociedades mejores en lo material y en lo social, en sus valores y objetivos colectivos. Por eso no podemos quedarnos en lo material, que con ser muy importante no lo es todo. Me estoy refiriendo al sentido de la responsabilidad, a la sensibilidad y a la defensa de libertades y derechos como columna de la que cuelgan las inversiones que he mencionado.

Por eso me resulta especialmente lamentable constatar que la actitud del PP ante todas las obras de mejora de nuestra provincia ha sido la de poner chinas en el camino porque no creían en ellas o simplemente para impedir que se hiciesen realidad. Tengo que decirlo; su estrategia siempre ha sido la de “cuanto peor, mejor”.



No han tenido esa responsabilidad para hacer frente común con el gobierno a los embates de los tiburones financieros, para defender los intereses de España en los ámbitos europeos o mundiales donde se toman decisiones. Siempre les ha faltado la grandeza de miras que se exige a un dirigente político.

La campaña electoral que estamos a punto de iniciar reflejará todo lo que se señala en este artículo. Tenemos por delante años difíciles que nos exigirán ilusión y compromiso, aunque algunos no lo han demostrado hasta la fecha.


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